martes, 1 de mayo de 2018

"Leer es vivir acompañado"


A menudo las Apreguntas más recurrentes de los especialistas, docentes, pedadogos y técnicos educativos de los gobiernos de turno son aquellas que  giran en torno a la lectura. Se preguntan qué es leer y para qué  sirve la lectura.
Los interrogantes acerca de los modos o diferentes maneras de leer atraviesa el quehacer cotidiano de las instituciones educativas, desde el inicio de la primera infancia hasta la universidad. Los docentes en las aulas tratan de operar como intercesores entre los estudiantes lectores y la manera en que abordan las diversas textualidades que circulan en la semiosfera educativa.
Algunas de las estrategias de lectura propuestas ,por el especialista en la disciplina semiótica Christian Vandendorpe, a la hora de encontrarse con las materialidades discursivas son definidas a través de tres  matáforas:  a) el atiborramiento, donde el lector traga sistemática y concienzudamente todo lo que se le propone  b) la exploración, donde recorre una gran masa de informaciones sin tener en mente un objetivo bien definido; y c) la caza, donde está en busca de información precisa  (2003:3) .
Algunos docentes tratan de guiar a sus estudiantes a través del empleo de aquellas herramientas y otros, a lo mejor, implementarán otros tipos de relaciones lectoras con las textualidades; pero el texto  requiere cooperación y una orientación didáctica podría ser posible: “El texto está plagado de espacios en blanco, de intersticios que hay que rellenar… preveer el correspondiente lector modelo no significa solo “esperar” que este exista, sino también mover el texto para construirlo. Un texto no solo se apoya en una competencia: también contribuye a producirla”( Eco, 1993:81)
 No hay una única receta o instructivo para acompañar las prácticas de lectura dentro de las aulas. El escenario didáctico es variopinto con aciertos y buenos resultados, y por el otro con incertidumbres y constante revisión de sus estrategias de enseñanza.
En la última década el mundo se tuvo que “aggiornar” a la inclusión de las nuevas tecnologías y esto también se reflejó en las escuelas .Con la implementación de las TIC´S(tecnologías de la información y comunicación) , como dice Alejandro Parada “La variedad de soportes se ha multiplicado y, necesariamente, el universo manuscrito, el tipográfico y el digital deben convivir compartiendo sus propios ámbitos” (Parada,2006:95) la lectura es la misma pero en diferentes soportes que incluye el atractivo que las pantallas virtuales ejercen en la juventud. Sin embargo esta pervivencia no modificó ni desplazó al libro convencional sino que existe en un ambiente dinámico donde la imbricación de los soportes y de las lecturas se resuelve en un juego dialéctico (2006:95).                                      En el ámbito superior leer es parte del aire que se respira. La lectura  en la universidad permite generar pensamientos críticos a través de una lectura reflexiva de los textos brindados por los docentes a partir de su puesta en común y establecimiento de relaciones intertextuales con los demás textos .Además, se lee para formarse ideas y visiones de mundo; pero… ¿qué es “el mundo” o “los mundos” se preguntará el común de los mortales?
El mundo para los millenials, generación  que hace su aparición entre los años 90’y 2000, que tienen la particularidad de ser “nativos digitales”  y ,que desde su año cero, en vez de nacer con un pan debajo del brazo lo hacen con una tablet. Ellos manejan con gran velocidad y perspicacia las computadoras y navegan sin dificultades por el océano virtual.
El mundo para los nativos digitales es rectangular: tablets, neetbooks, iphone 4, y celulares que le  permiten ver imágenes, videos de you-tube, escuchar canciones en spotify  y leer noticias escritas , en ciento cuarenta caracteres ,que desaparecerán en un mar de códigos cifrados, en el que, otras oraciones aparecerán y desplazarán a las anteriores superando en el grado de importancia a habladurías de la farándula o política actual.
Las frases u oraciones que no se quedaron, vuelan en  milésimos de segundos y hacen honor al ícono semiótico que ilustra su portada: la del pajarito inofensivo de twitter. También, en la otra red social llamada facebook , se permiten leer estados de ánimos de amigos  y de gente común y corriente, catarsis del siglo XXI, noticias de último momento compartidas irrepetiblemente , frases de cabecera o poemas de literatura de fácil comprensión que bordea la autoayuda instantánea.
En el actual universo líquido y movible, donde las dinámicas sociales y de lectura se modifican constantemente, el término navegación sería el indicado para denominar a este universo descripto ya que, el atrevido navegante lector, estaría obligado a dirigirse de una ruta a otra donde no existirían referencias estables y claras. (1999:1) Las redes sociales bombardean sucesivamente con un cúmulo de desinformación  que nos direccionarían a otro espacio digital, el de la dictadura de la imagen.
Aplicaciones de celulares como instagram, snaptach y otras  conviven con la escritura: videos caseros instantáneos e imágenes movibles nos situarían en un nuevo espacio lector, que los expertos llaman “hipermedio”. En este lugar el lector “surfea” y engendra un nuevo consumo de los signos, situado a mitad del camino entre el libro y el espectáculo pero al mismo tiempo ese lector ,apenas, capta más que imágenes o fragmentos textuales  (1999:2)
Terminado este recorrido, volvamos a lo fundamental que es responder a las preguntas generales que dieron inicio al presente ensayo: ¿Para qué leer? ¿Qué tipos de lecturas efectuamos  en un contexto íntimo? ¿Qué hacemos con las frases o párrafos en un libro que nos conmueven, movilizan e incitan a pensarnos retrospectivamente? En este trabajo nos interesará mostrar los efectos de la lectura literaria con su componente estético que acaricia el alma y reconforta cuando habitan penas de amor o melancolía existencial.
Pensamos este ensayo como un recorrido conceptual que nos acerque a las diferentes concepciones de lectura y a sus prácticas  en situaciones y contextos particulares. Así como el placer o disgusto que provoca la lectura y; cuando nos deja de interesar un libro  responder qué podemos hacer con él. Como dice el trovador Silvio Rodriguez en una de sus estrofas: ¿A dónde van las palabras que no se quedaron? Tratar de responderlo o dejar un final abierto es una opción.
Al igual que el semiólogo francés Roland Barthes en muchos de sus escritos se ubica en la posición de protagonista y modelo de lector, la autora de estas páginas dará ejemplos de lecturas que nutrieron su cosmovisión y testimonios de conocidos y amigos en el que la lectura de distintos géneros lo motivaron a cambiar su universo y trasladarlo a la acción concreta.
Una obra interesante que intercalaremos con los pensamientos acerca de la lectura y modos de leer es la del escritor estadounidense Henry Miller en su novela“ Nexus o  la crucifixión rosada”. En esta obra autobiográfica el autor configura su proceso como escritor, nunca acabado, y mostrará procesos lectores que recorrieron su vida. La hoja en blanco y el relato en su cabeza serán un imperativo constante, así como la dificultad de materializarlo en  papel.




“Pensar (nos) la lectura”

El título de este apartado es pensarnos la lectura porque iremos reflexionando en conjunto y dialogando con los autores que se han dedicado a investigar las maneras y formas de leer. Trataremos de contestar dos preguntas ¿Qué es leer? Y ¿Para qué leemos?
Cuando hablamos de lectura se nos viene inmediatamente el binomio indisoluble de  la escritura. ¿Se puede escribir desde la nada misma? Comprobamos con el teórico ruso Mijail Bajtin que no somos Adanes que rompimos el silencio eterno del universo sino que hablamos e incorporamos enunciados de autores que están vivos, de esta época o de siglos anteriores y nos formamos una opinión sustentada por argumentos de teóricos y literatos.
Si somos lectores avezados con una gran carga de libros  aprehendidos y con una amplia competencia lectora e intertextual,  percibimos voces, ecos y polifonías en determinados libros de otros autores y símiles o tópicos en común que comparten los protagonistas varios relatos ficcionales.
Tal como la Sra Bovary leía novelas románticas y quería poner en práctica esas historias en su vida real, cotidiana y ensombrecida; el Hidalgo “Don Quijote” de La Mancha era fanático de las novelas de caballería, y se armó de ellas para salir a luchar contra molinos de viento que le brindaron la valentía para erguirse como héroe en una realidad imaginaria
Los lectores se forman como tal antes de la creación de sus propias obras como Henry Miller al recorrer las calles, tal flaneur que capta todo lo que observa: … Al salir del tren seguía leyendo: rostros, gestos,andares,arquitectura,calles,pasiones, crímenes. Todo quedaba anotado, analizado, comparado y descrito para un futuro uso (…) Antes de que hubiese proyectado siquiera el primer libro, mi cabeza rebosaba con un centenar de personajes. Yo era un libro andante, un libro hablante, un compendio enciclopédico”  (Miller: 1987,150)
Lo que queremos mostrar en estas páginas es qué lee la gente, ya sea en una situación de ocio, de relax, en un viaje largo, subidos en un avión o bus, en una playa tomando sol o en la intimidad de la habitación antes de dormir, sin la presión de volcarla en una obra de arte como  la escritura de una novela, obra de teatro o ensayo. A este tipo de lectura la denominaremos filantrópica.
Un filántropo se caracteriza por tener un amor al género humano y trabaja para ellos sin recibir una recompensa monetaria. El lector filantrópico es alguien que ama la lectura y que no persigue ningún fin estético o artístico; y ocupa la lectura para matar su tiempo libre u ocupar el mínimo espacio de intervalo que resta para sus ocupaciones domésticas.
 La lectura para Henry Miller estaba por sobre todas las cosas, inclusive la charla entre él y otro interlocutor. Era filantrópico, leía por el amor a la lectura:… Siempre me llevaba un libro conmigo y leía. Cuando yo no tenía ganas de hablar, le dejaba quedarse de pie a mi lado como un poste, mientras yo leía (1987:52).
 La lectura para el semiólogo Roland Barthes es considerada “un campo plural de prácticas dispersas, de efectos irreductibles…” a su vez la llamada lectura de la lectura o la metalectura “no sería en sí misma más que un destello de ideas de temores, de deseos , de goces, de opresiones” (1987:40). La lectura podría ser también una forma de descubrimiento.
Henry Miller en su tarea como escritor, buscará el deslumbramiento y la terrible curiosidad del significado de las palabras para escribir su gran novela. Pasará de un diccionario a otro, destacando el gran revuelo o dispersión, como dice Barthes, de las prácticas lectoras: … Los días más apasionantes se iniciaban con la búsqueda de la definición de una palabra nueva. Una palabrita ante la que, el lector ordinario se contenta de pasar de largo tan campante… Del diccionario solía pasar a la enciclopedia, no a una sola sino a varias. Una orgía consistente en excavar e indagar. Además de los montones de notas que tomaba, copiaba páginas y páginas de pasajes (1987:250).
El ejemplo cotidiano más ilustrativo de la lectura fragmentada, o mejor dicho, miscelánea es la del lector que asoma su cuerpo en una gran librería. Ante la inconmensurable multiplicidad de estantes y ofertas literarias y no literarias el lector ansioso se encuentra atónito y en una confusión total.
De antemano forma una idea previa de las historias o romances que le gustaría leer y el librero experto le aconseja una sección .Camina por los pasillos y lee en forma de escáner, rápida y velozmente, las distintas contratapas donde encontrará las reseñas argumentales. Lee dos, tres o más dispositivos de papel y se decide por más de una historia.
En la comodidad de su hogar desarma los plásticos y armazones que contienen sus más preciados tesoros y lee las primeras páginas de todos los libros que compró, y al final, no se decide por ninguno. En otros casos el lector ordenado, a falta de dinero, compra un solo libro que lo tenía visto hacía un tiempo y culmina su lectura de principio a fin.
Luego tenemos el lector solidario que espera la recomendación y el regalo de libros de parte de los amigos, familiares o conocidos para alguna fiesta o cumpleaños y aunque, no le agrade su estilo o contenido, culminará su lectura porque considera que, de todos los libros, buenos, malos, o no tanto descubre un aprendizaje. En el mundo en que habitamos tenemos muchas clases de lectores y, como decía Borges,  a los libros que no nos atraen habría que dejarlos incompletos; porque la lectura debía convertirse en un acto placentero y de disfrute y no ser motivo de obligación.
Prefiguramos una primera práctica de lectura según el autor Roland Barthes: “El saber leer puede controlarse, verificarse, en su estadio inaugural, pero muy pronto se convierte en algo sin fondo, sin reglas, sin grado y sin término” (2002:41).
Cada lector lee como puede y como tenga predisposición para hacerlo, más aun si la lectura es motivo de ocio creativo o de pasión por el lenguaje. El protagonista de la novela elegida  remarca muy bien esta actividad: (…) Pasar de la vida de empleado asalariado, de esclavo a la de artista. Daban por sentado que lo era, escritor, no solo por mi comportamiento, que siempre había sido excéntrico e imprevisible, sino también por mi pasión por el lenguaje. Desde que aprendí a leer nunca estuve sin un libro. (1987:178).
Fuera del marco competente que imponen las instituciones educativas ¿Qué es leer para Roland Barthes? Para él, leer es un acto de placer, de erotización del lenguaje, es un irnos conscientemente hacia profundidades inimaginables, es no soltar el objeto libro, y apreciar los lugares en los que estuvo allí:..Cada uno de los libros de las estanterías había sido adquirido con esfuerzo y devorado con deleite y había enriquecido nuestras vidas. Hasta la biblia deshilachada tenía una historia así” (1987:325).
Leer es abstraernos del mundo material, es encontrar o que nos encuentre un libro o un autor que nos haga olvidar del presente: “La lectura es precisamente esa energía, esa acción que capturará en ese texto, en ese libro, exactamente aquello que no se deja abarcar por las categorías de la Poética (2002:49).
En conclusión para Barthes la lectura es una tarea particular e inmanente que concierne a la individualidad de cada sujeto lector. Algunos  no terminan la lectura completa de sus libros, otros lo dejan a medio camino y, una clase particular de lectores, no quiere que terminen: … Si estaba leyendo un libro y me encontraba con un pasaje maravilloso, cerraba el libro en ese punto y me iba a pasear. Detestaba la idea de llegar al final del libro. Prolongaba la lectura. Salía con lluvia, granizo y meditaba. (1987:302)
 Vandendorpe nos trae la etimología de la palabra “leer” y sus diferentes acepciones: “El término leer se origina del latín legere  que significa “recoger”… y amplía esta definición con una explicación de la utilidad de la operación lectora: “Esta concepción de la lectura valoriza su resultado: el lector reunió, recogió, agrupó ¿qué cosa? Materiales  que lo distraerán o lo harán más sabio  (…) porque la lectura, también es un medio de asimilar el saber de otro” (1999:10).
Nos adelantamos a responder ¿qué hacemos con lo que leemos?  O mejor dicho ¿para qué  leemos? Una experiencia personal de lectura consistía en resaltar y subrayar los libros con un marcador fuerte y cuando culminaba la novela la releía pero transcribiendo las palabras, frases o párrafos en una agenda colorida y especial; con hojas de colores y aromáticas.
Tenía que rescatar ese caudal de sabiduría porque, de esta manera, en el caso de perderse, extraviarse o regalar el libro tendría, al alcance de mi mano, enunciados de héroes, antihéroes, marginales, vagabundos, antagonistas que me hablarían en cada situación que estuviese atravesando. Además, en ese mismo cuaderno, iba incorporando otras obras que leía en el transcurso del tiempo. Así quedaría completa mi pequeña biblioteca de papel.
El excéntrico Henry Miller, en vías de escritor, y su grupo de amigos efectuaban la tarea de juntar frases y volcarlas en un cuaderno: (…) Sí íbamos a la playa, seguro que no dejaba de llevar consigo su cuaderno de notas y un libro o dos de derecho o incluso unas cuantas páginas del diccionario abreviado que llevaba años leyendo una página cada vez. (1987:131). La lectura define un itinerario personal. A veces arrancamos del libro material códigos escritos para transformarlos en apuntes de puño y letra. Una tarea que nos vuelve cercanos a los autores y edifican nuestra vida.
Michel Lepetit, antropóloga francesa y conocedora de lecturas en un espacio íntimo (tarea que emprendimos al inicio del ensayo) sostiene que el lenguaje nos construye  y que  nos dan lugar, nos acogen, nos permiten volver a las fuentes y nos devuelven el sentido de nuestra vida. (2001:114)
Más que ilustrativo, es conmovedor, el pensamiento de esta antropóloga francesa . Las palabras que aguardan nuestras historias literarias favoritas son palabras performativas  que modifican nuestras adversidades, nos alientan a identificarnos con el momento que atraviesa determinado protagonista  y a sentirnos aludidos con ciertas frases o parágrafos de cuál o tal novela.
La lectura y los modos de leer serían un emprendimiento personal y retrospectivo y podrían constituir un acto religioso: (…) “. Al encerrarse para leer, al hacer de la lectura un estado absolutamente apartado, clandestino… el lector  se identifica con otros dos seres humanos:    el enamorado y el místico; de Teresa de Avila se sabe que hacía de la lectura un sustituto de la oración mental… el sujeto lector es un sujeto enteramente exiliado. (1987:45)
La lectura, además, establecería un culto a la intimidad cuando leemos entre las cuatro paredes de una habitación y no queremos que nadie nos moleste ni nos interrumpa: “El lector elabora un espacio propio donde no depende de los otros y donde a veces hasta les da la espalda a los suyos (…) el mismo gesto de la lectura es ya una vía de acceso a ese territorio de lo íntimo que ayuda a elaborar o mantener el sentido propio de individualidad al que está unida la capacidad de resistir” (2001:111)
La lectura crea mundos imposibles que no están, a veces, en nuestra realidad empírica pero sí en los juegos de nuestra imaginación. ¿Para qué leemos? cada sujeto lector lo sabrá en su intimidad, no obstante, la pregunta oportuna sería ¿a dónde van las palabras que se quedaron en la memoria de lo que leímos? Tal vez responderla con la canción del trovador Silvio Rodríguez sería acertado ¿A dónde van las palabras que no se quedaron? ¿Acaso se van? ¿Y a dónde van? La lectura y el acto de leer se guardan en la memoria y en el corazón.

BIBLIOGRAFÍA

v  BARTHES, Roland (1987): “Escribir la lectura” y “Sobre la lectura” en El Susurro del Lenguaje. Barcelona, Paidós.
v  ECO,Umberto (1993): “El lector modelo” en Lector in fábula. Barcelona. Lumen.
v  MILLER, Henry (1987): “Nexus o la Crucifixión Rosada”. Bs As. Editorial Edhasa.
v  PARADA, Alejandro (2006): “La historia de la lectura como laberinto y desmesura”. En Rev.Páginas de Guarda.N°1. FFyL-UBA.
v  PETIT, Michel (2001): “Del espacio íntimo al espacio público” en Lecturas: Del espacio íntimo al espacio público.México, FCE.
v  VANDENDORPE, Christian (2003): “Metáforas de la lectura” en Del Papiro al hipertexto.Bs As, Editorial Edhasa.