La polémica entre
Sartre y Camus se inició en el verano francés del mes de agosto de 1952[1]
(textos originarios de la revista “Le
temps modernes” que fueron recogidos en el número 82 de la misma incluyendo,
además, una precisión de Francis Jeanson, su colaborador, a la mencionada
polémica y una nota de Sartre haciendo referencia a la muerte de Camus) fue sin
duda una de las más controversiales del último siglo.
Pero ¿cuál es la
característica primordial que estructura
aquel discurso? La teórica perteneciente a la
escuela de Campinas, Pulcinelli Orlandi ,en su estudio teórico “El lenguaje y su funcionamiento” dirá
que el discurso polémico mantendrá la presencia de su objeto al hacer que los
participantes no se expongan en dicha polémica al procurar dominar a su referente otorgándoles una
dirección que los orientará a una polisemia controlada ( 1987:15)
Dos intelectuales de
pluma fértil y con ideas bien claras se enfrentaron, primeramente, por recelos
literarios que sacaron a entrever polisemiasy argumentos ocultos de índole política, moral y
filosófica que saldrían a la luz en estas críticas en la que tres
enunciatarios: Francis Jeanson, Albert Camus y Jean Paul Sartre serían los
protagonistas.
La reseña de Francis
Jeanson fue el que prendió fuego a la llama para la inolvidable polémica, luego la omisión de Camus al primero
para dirigirse exclusivamente al que sería el mentor de las críticas literarias
de su última obra “El hombre rebelde”,
el director de la revista, Jean Paul Sartre.
La disputa que
conformaron la polémica entre Sartre y Camus están concentradas, alrededor de la confluencia de cinco textos
centrales: el primero lo escribe Francis Jeanson que titula su crítica bajo el
nombre de “Albert Camus o el alma
rebelde”, el segundo es la respuesta de Albert Camus a Jean Paul Sartre nombrada
sucintamente como “Carta a Jean Paul
Sartre”, la tercera es “La respuesta
a Albert Camus”, la cuarta nuevamente una reseña de Jeanson titulada “Para decirlo todo” y la última un
encomio póstumo de parte de Sartre a Albert
Camus en memoria de su abrupto fallecimiento en un trágico accidente
automovilístico, el 4 de enero de 1960 [2]
La controversia de
Sartre con Camus germinó cuando Francis Jeanson (colaborador de Le temps modernes) critica la obra naciente “El hombre rebelde” de Camus publicado en octubre de 1951. El
atrevimiento de motivo estético-literario se convirtió en una excusa válida
para referirse explícitamente al visto bueno que tuvo su obra en los grupos
políticos de la derecha. Admisión inusitada para intelectuales afiliados al
socialismo, involucrados en la resistencia francesa y que luchaban
fervientemente en contra del nazismo.
Camus se dirigió en su
defensa al director, Jean Paul Sartre, aludiendo a que los lectores y a su vez
él mismo revelen las verdaderas intenciones de su colaborador: “Mi esfuerzo consistirá en demostrar cuál
puede ser la verdadera intención de su colaborador cuando practica la omisión,
tergiversa la tesis del libro que se propone criticar y fabrica una biografía
imaginaria de su autor” (Polémica Sartre-Camus, Carta a Jean Paul
Sartre.1964.Pág.33). A propósito del análisis crítico-literario de la mayoría
de sus obras anteriores que son mencionadas en dicho ensayo: “El extranjero” y el “El mito de Sísifo”.
Sartre en total desvío
a la mencionada visión de la derecha y a la crítica de “El hombre rebelde” se dirige al terreno moral y con un cálido
abrazo retórico da fin a la amistad que alguna vez los unió: “Mi querido Camus: nuestra amistad no era cosa fácil, pero he de
lamentarla. Si usted la rompe hoy, es sin duda porque debía quebrarse”
(pág.55)
Desviándonos de los
estudios filosóficos de autores de renombre como: Tomas Abraham, Abelardo
Castillo, Simone de Beauvoir y hasta el
propio Sartre; propondré leer la Polémica Sartre-Camus en clave
semiótica en la que sería necesario problematizarla en torno a un posible
discurso socio-cultural situado en la intersección de campos intelectuales
duales (político-moral) en permanente tensión; en donde se propondrían nuevas
tomas de posición ideológica que cambiarían la semiosis inicial de obra pasando
de una crítica de índole literario a un candente entrecruzamiento de ideas.
En La Polémica leemos conceptos de Marx y Hegel lanzados como
disparadores, reproches morales, cuestiones políticas de fondo enraizadas como
eslabones semióticos dirimidos para lanzar la lucha. Marc Angenot en su
investigación “Interdiscursividades de
hegemonías y disidencias” va a englobar al discurso social como un sistema
cargado de reglas de funcionamiento, intrincadas, de complejos discursivos, de
grupos de enunciados, de imágenes, de temas que migran entre sectores diversos
que se actualizan dándose nueva forma (1981:21) Camus le responde a Sartre
desatendiendo las críticas de Jeanson: “Señor
director tomaré por pretexto el artículo que, con irónico título me ha dedicado
su revista, para someter al juicio de sus lectores algunas observaciones acerca
de la actitud y el método intelectual que pone de manifiesto en dicho artículo”
(pág.33). Sartre le responde con un tono ameno haciendo referencia a su
amistad con una analogía a los regímenes totalitarios: “Mi querido Camus: (…) muchas cosas nos acercaban, pocas nos separaban.
Pero este poco ya era demasiado: la amistad, también ella, tiene tendencias de
ser totalitaria.” (pág.55). Esta amalgama de discursos se irán ampliando al
insertarlos en un sentido amplio como fenómenos de la comunicación cultural
dejando de ser auto contenidos sin la posibilidad de entenderlos con
independencia de la situación que los engendraba[3].
Entonces nuestro interrogante podría ser el siguiente:
¿Qué situación engendró este estallido discursivo? Esta explosión discursiva
correspondería al estallido de enunciados referentes a otras esferas culturales
transdisciplinares que ha convocado esta polémica como lo fueron la filosofía,
la historia y la literatura que nos competiría analizar.
Para instaurar orden a
las ideas polifónicas volcánicas Roland Barthes en su ensayo “El susurro del lenguaje” nos alerta lo
siguiente: “Hoy en día sabemos que un
texto no está constituido por una fila de palabras de las que se desprende un
único sentido (…) sino por un espacio de múltiples dimensiones en el que se
concuerdan y se contrastan diversas escrituras, ninguna de las cuales es la
original (1987:69). Bajtín nos advierte en “Estética de la creación verbal” al decirnos que todo hablante es
un contestatario que no ha corrompido el silencio eterno del universo sino que
cuenta con la presencia de ciertos enunciados anteriores, suyos y ajenos, con
los cuales su enunciado determinado establecerá toda suerte de relaciones (1982:258)
Pero volviendo a
nuestra pregunta inicial ¿Qué estalló la explosión? la cuestión es simple pero
a la vez compleja, se dirimían concepciones de campos intelectuales. En su
libro “Campo de poder y campo intelectual”
el sociólogo Pierre Bourdieu afirma que el campo intelectual se encuentra
situado en la confluencia del campo político y de los campos de producción
cultural específicos que participan de una tensión ideológica donde se
elaboran, en la competencia y el conflicto, el campo de lo pensable políticamente
o la problemática legítima ( 1983:85)
En una primera síntesis
de La Polémica se podría inferir que
se dirimía el discurso de “la historia vs moralidad”. Siguiendo la perspectiva
de Bourdieu la problemática legítima era la erigida por Sartre. Un intelectual
comprometido debía construir la historia, desde la acción política, en suma
hacer la Revolución con mayúscula coincidiendo con Marx: “La historia nada hace (…) es el hombre real quién lo hace todo” (pág.22).
Lo que Sartre escamotea es que esa finalidad de la “sociedad sin clases” “el
fin de la historia” ya fueron prescritas
y es necesario cumplirlas. Camus, a su vez, defensor del moralismo
reprocha a Sartre diciéndole que no es posible que todo escrúpulo moral sea
visto como una reticencia a involucrarse a las carnicerías de purificación: “Usted Sartre dice que el muerto por hambre
o por un balazo en la nuca es la misma obscenidad. Sus bolsillos están
henchidos de beligerancia de escritorio y declamaciones, como si estuvieran
alcanzadas por las revelaciones del credo. Usted parece un Lenin con alzacuello
desprovisto de la más revolucionaria aptitud: la tolerancia. Si la filosofía se
alza para justificar crímenes, entonces debe ser repudiada” (pág.42).
Camus con estos disparadores estaría
estableciendo un nuevo discurso social con una carga ideológica-semiótica,
producto de una constante tensión, que desencadenaría una nueva toma de
posición en el campo intelectual moral por parte de Camus construyéndolo como
el principio de un conflicto permanente situado en un sistema de oposiciones y
de contradicciones a pesar de que, el sujeto protagonista, sea blanco de
luchas, ataques, polémicas o críticas.
Sartre y Camus
parecieran oscilar dialécticamente y de manera pendular hacia el campo
intelectual de lo político y moral rayando levemente el campo literario. Sartre
le reprocha las lecciones de libertad por parte de Camus, que las frases de el
último son “retórica catequista” y que no cita correctamente las fuentes asimismo Camus
alterna frases de Marx y Voltaire y Sartre le entrega leyendas mitológicas.
Bourdieu explicará que el campo político es
una suerte de acuerdo en el terreno del desacuerdo. Pero este espacio tensional
arribaría a una semiosis nueva. Estos discursos dotados de bricollage heterogéneos servirían para ocultar una ideología
naciente por parte de Camus: la de las verdades “estén donde estén”. Aquí se ilustra la respuesta de Camus: “No se juzga la verdad de un pensamiento
según se lo coloque a la derecha o a la izquierda, y aún menos de acuerdo a lo
que la derecha y la izquierda pueden hacer de él. En fin si la verdad me
pareciera estar a la derecha, allí estaría yo” (Sartre, 1964:33)
Mediante este nuevo pensamiento
camuseano se asomaría lentamente, como el sol poniente, una ideología concebida
como un espacio de enfrentamientos, luchas antagónicas cuya confrontación misma
iría instaurando un nuevo campo
intelectual y desarrollando en él heterodoxias inmanentes que corroerían su
lógica y disidencias contiguas que, en nombre de los mismo principios
“sagrados” o hegemónicos, opondrían una construcción argumentativa y narrativa
que se convertirían en más o menos lo contrario de la versión del campo
dominante[4].
De esta manera Camus se
“des comprometería” de las filas del comunismo en detrimento del “hombre
revolucionario” de Sartre obligado a cumplir con los mandatos políticos
ideológicos dominantes, aún pasando de
alto la cuestión de la guerra y muerte; edificando un intelectual moral
comprometido con el bienestar ético de la humanidad y en contra de la pena de muerte como predicaban
las tesis de sus preliminares galerías
de obras autorales. Camus estaría configurando una de las principales tareas de
un intelectual posmoderno; centrándose en el esfuerzo por romper los
estereotipos y las categorías reduccionistas que limitasen su pensamiento
debido a la hegemonía del campo intelectual y la concepción predominante que
marcase la época que le tocó vivir.[5]
A esta polémica
deberíamos considerarla a la manera foucaulteana: “como un discurso
reverberante de una verdad naciendo ante sus propios ojos”[6]
así también como un discurso revestido de crítica literaria que serviría de
excusa para semiotizar hechos ignorados, excluidos e implícitos pero temerarios
de manifestar y expresar, en condiciones de producción álgidos de dualidades
político-histórico insoslayables (izquierda vs derecha) en boca de intelectuales
que relataron de manera ensayística y literaria las desgracias y dolencias
existenciales del hombre del último siglo.
[1] En abril de 1952
aparece el texto de Francis Jamenson titulado “Albert Camus o el alma rebelde”. En agosto del mismo año
salen en conjunto la respuesta de Camus
a Sartre y la de Sartre a Camus
respectivamente
[2] Este último compilado no es parte de la polémica en
sí, sino corresponde a unas palabras póstumas que Sartre redactó en el
periódico France Observateur a unos
pocos días del fallecimiento de Albert Camus en 1960
[3] Voloshinov, V: “El discurso
en la vida y el discurso en el arte” en Freudismo. Un bosquejo crítico. Bs As.
Paidós.1999 pág. 172
[4] Angenot, Marc: “Las ideologías no
son sistemas” en Interdiscursividades. De
hegemonías y disidencias. Editorial Nacional de Córdoba. Pág.50
[5] Said, Edward (1996): Representaciones del intelectual.
Barcelona. Paidós. Pág.12
[6] Foucault, Michel (1987): El orden del discurso, Tusquet,
Barcelona.Pág.41
Bibliografía
- Abraham, Tomas: (2001): “Sartre y Camus: el debate inconcluso de la izquierda por Jaime Plager” en Tensiones filosóficas. El seminario de los jueves. Editorial Sudamericana, Bs As.
- Angenot, Marc (1981): “Interdiscursividades. De hegemonías y disidencias”. Editorial Nacional de Córdoba.
- Bajtín, M (1982): “Estética de la creación verbal”. México: siglo XXI
- Bourdieu, Pierre (1983): “Campo de poder y campo intelectual”. Bs As, Folios.
-------------------- (1996):
“Espacio social y poder simbólico” y “El campo intelectual: un mundo aparte” en
Cosas dichas. Barcelona. Gedisa
- Beauvoir, Simone (1980) “La fuerza de las cosas”, Ed. Edhasa, Barcelona
- Camus, Albert (2007): “El hombre rebelde” Editorial Losada, Bs As
------------------
(2009): “El primer
hombre” Tusquet editores, Bs As
- Castillo, Abelardo (2010): “Desconsideraciones”. Editorial Seix Barral. Bs As
- Derrida, Jacques (2001): “Palabra: instantáneas filosóficas”. Editorial Trotta. Madrid.
--------------------- (1989):
“La escritura y la diferencia”. Editorial Antrophos. Bs As
- Foucault, Michel (1987): “El orden del discurso”. Tusquet.
---------------------
(1994): “Un diálogo sobre el poder”. Altaya. Barcelona.
---------------------
(1991): “Microfísica del poder”. La Piqueta. Madrid.
- Jeanson, Francis: “Les temps modernes”. París: No 79, año 7, mayo de 1952.
- Lottman, Herbert (1994): “Albert Camus”. Trad. Amalia Álvarez, Javier Muñoz e Inés Ortega. Madrid: Taurus.
- Pulcinelli, Orlandi (1987) “A linguagem e seu funcionamiento: As formas do discurso en 2 edición, revista aum. Campinas, SP Pontes
- Rorty, Richard (1991): “Contingencia, ironía y solidaridad”. Barcelona, Paidós
- Said, Edward (1996): “Representaciones de un intelectual”. Barcelona, Paidós.
- Sartre, Jean Paul (1966): “Literatura y arte. Situación” .Bs As: Losada.
- Sartre, Jean Paul (1964): “La polémica Sartre-Camus” en colección tiempo americano. Ediciones del Escarabajo de Oro dirigidas por Liliana Heker.
- Todd, Olivier (1997): “Albert Camus: una vida. Trad. Mauro Armiño. Barcelona: editorial Tusquet.
- Voloshinov, V (1999): “El discurso en la vida y el discurso en el arte” en Freudismo. Un bosquejo crítico. Bs As. Paidós.
------------------ (2001): “El marxismo y la filosofía del lenguaje” .Colección exhumaciones. Ediciones Godot. Bs As.
- Williams, Raymonds (1982):“Instituciones, formaciones y organización” en Cultura. Sociología de la comunicación y del arte. Barcelona, Paidós.
- Wittgenstein, L (1970): “Investigaciones filosóficas”. Madrid: Alianza.