domingo, 2 de febrero de 2014

"La polémica Sartre-Camus: un discurso social situado en la intersección de campos intelectuales tensionales"

La polémica entre Sartre y Camus se inició en el verano francés del mes de agosto de 1952[1] (textos originarios de la revista “Le temps modernes” que fueron recogidos en el número 82 de la misma incluyendo, además, una precisión de Francis Jeanson, su colaborador, a la mencionada polémica y una nota de Sartre haciendo referencia a la muerte de Camus) fue sin duda una de las más controversiales del último siglo.

Pero ¿cuál es la característica  primordial que estructura  aquel  discurso? La teórica perteneciente a la escuela de Campinas, Pulcinelli Orlandi ,en su estudio teórico “El lenguaje y su funcionamiento” dirá que el discurso polémico mantendrá la presencia de su objeto al hacer que los participantes no se expongan en dicha polémica al procurar  dominar a su referente otorgándoles una dirección que los orientará a una polisemia controlada (  1987:15)


Dos intelectuales de pluma fértil y con ideas bien claras se enfrentaron, primeramente, por recelos literarios que sacaron a entrever polisemiasy argumentos  ocultos de índole política, moral y filosófica que saldrían a la luz en estas críticas en la que tres enunciatarios: Francis Jeanson, Albert Camus y Jean Paul Sartre serían los protagonistas.

La reseña de Francis Jeanson fue el que prendió fuego a la llama para la inolvidable  polémica, luego la omisión de Camus al primero para dirigirse exclusivamente al que sería el mentor de las críticas literarias de su última obra “El hombre rebelde”, el director de la revista, Jean Paul Sartre.

La disputa que conformaron la polémica entre Sartre y Camus están concentradas,  alrededor de la confluencia de cinco textos centrales: el primero lo escribe Francis Jeanson que titula su crítica bajo el nombre de “Albert Camus o el alma rebelde”, el segundo es la respuesta de Albert Camus a Jean Paul Sartre nombrada sucintamente como “Carta a Jean Paul Sartre”, la tercera es “La respuesta a Albert Camus”, la cuarta nuevamente una reseña de Jeanson titulada “Para decirlo todo” y la última un encomio póstumo de parte de Sartre a Albert Camus en memoria de su abrupto fallecimiento en un trágico accidente automovilístico, el 4 de enero de 1960 [2]

La controversia de Sartre con Camus germinó cuando Francis Jeanson (colaborador de Le temps modernes) critica  la obra naciente “El hombre rebelde” de Camus publicado en octubre de 1951. El atrevimiento de motivo estético-literario se convirtió en una excusa válida para referirse explícitamente al visto bueno que tuvo su obra en los grupos políticos de la derecha. Admisión inusitada para intelectuales afiliados al socialismo, involucrados en la resistencia francesa y que luchaban fervientemente en contra del nazismo.

Camus se dirigió en su defensa al director, Jean Paul Sartre, aludiendo a que los lectores y a su vez él mismo revelen las verdaderas intenciones de su colaborador: “Mi esfuerzo consistirá en demostrar cuál puede ser la verdadera intención de su colaborador cuando practica la omisión, tergiversa la tesis del libro que se propone criticar y fabrica una biografía imaginaria de su autor” (Polémica Sartre-Camus, Carta a Jean Paul Sartre.1964.Pág.33). A propósito del análisis crítico-literario de la mayoría de sus obras anteriores que son mencionadas en dicho ensayo: “El extranjero” y el “El mito de Sísifo”.

Sartre en total desvío a la mencionada visión de la derecha y a la crítica de “El hombre rebelde” se dirige al terreno moral y con un cálido abrazo retórico da fin a la amistad que alguna vez los unió: “Mi querido Camus: nuestra amistad no era cosa fácil, pero he de lamentarla. Si usted la rompe hoy, es sin duda porque debía quebrarse” (pág.55)

Desviándonos de los estudios filosóficos de autores de renombre como: Tomas Abraham, Abelardo Castillo, Simone de Beauvoir  y hasta el propio Sartre; propondré leer la Polémica  Sartre-Camus en clave semiótica en la que sería necesario problematizarla en torno a un posible discurso socio-cultural situado en la intersección de campos intelectuales duales (político-moral) en permanente tensión; en donde se propondrían nuevas tomas de posición ideológica que cambiarían la semiosis inicial de obra pasando de una crítica de índole literario a un candente entrecruzamiento de ideas.

En La Polémica leemos conceptos de Marx y Hegel lanzados como disparadores, reproches morales, cuestiones políticas de fondo enraizadas como eslabones semióticos dirimidos para lanzar la lucha. Marc Angenot en su investigación “Interdiscursividades de hegemonías y disidencias” va a englobar al discurso social como un sistema cargado de reglas de funcionamiento, intrincadas, de complejos discursivos, de grupos de enunciados, de imágenes, de temas que migran entre sectores diversos que se actualizan dándose nueva forma (1981:21) Camus le responde a Sartre desatendiendo las críticas de Jeanson: “Señor director tomaré por pretexto el artículo que, con irónico título me ha dedicado su revista, para someter al juicio de sus lectores algunas observaciones acerca de la actitud y el método intelectual que pone de manifiesto en dicho artículo” (pág.33). Sartre le responde con un tono ameno haciendo referencia a su amistad con una analogía a los regímenes totalitarios: “Mi querido Camus: (…) muchas cosas nos acercaban, pocas nos separaban. Pero este poco ya era demasiado: la amistad, también ella, tiene tendencias de ser totalitaria.” (pág.55). Esta amalgama de discursos se irán ampliando al insertarlos en un sentido amplio como fenómenos de la comunicación cultural dejando de ser auto contenidos sin la posibilidad de entenderlos con independencia de la situación que los engendraba[3].

Entonces  nuestro interrogante podría ser el siguiente: ¿Qué situación engendró este estallido discursivo? Esta explosión discursiva correspondería al estallido de enunciados referentes a otras esferas culturales transdisciplinares que ha convocado esta polémica como lo fueron la filosofía, la historia y la literatura que nos competiría analizar.

Para instaurar orden a las ideas polifónicas volcánicas Roland Barthes en su ensayo “El susurro del lenguaje” nos alerta lo siguiente: “Hoy en día sabemos que un texto no está constituido por una fila de palabras de las que se desprende un único sentido (…) sino por un espacio de múltiples dimensiones en el que se concuerdan y se contrastan diversas escrituras, ninguna de las cuales es la original (1987:69). Bajtín nos advierte en “Estética de la creación verbal” al decirnos que todo hablante es un contestatario que no ha corrompido el silencio eterno del universo sino que cuenta con la presencia de ciertos enunciados anteriores, suyos y ajenos, con los cuales su enunciado determinado establecerá toda suerte de relaciones (1982:258)

Pero volviendo a nuestra pregunta inicial ¿Qué estalló la explosión? la cuestión es simple pero a la vez compleja, se dirimían concepciones de campos intelectuales. En su libro “Campo de poder y campo intelectual” el sociólogo Pierre Bourdieu afirma que el campo intelectual se encuentra situado en la confluencia del campo político y de los campos de producción cultural específicos que participan de una tensión ideológica donde se elaboran, en la competencia y el conflicto, el campo de lo pensable políticamente o la problemática legítima ( 1983:85)

En una primera síntesis de La Polémica se podría inferir que se dirimía el discurso de “la historia vs moralidad”. Siguiendo la perspectiva de Bourdieu la problemática legítima era la erigida por Sartre. Un intelectual comprometido debía construir la historia, desde la acción política, en suma hacer la Revolución con mayúscula coincidiendo con Marx: “La historia nada hace (…) es el hombre real quién lo hace todo” (pág.22). Lo que Sartre escamotea es que esa finalidad de la “sociedad sin clases” “el fin de la historia” ya fueron prescritas  y es necesario cumplirlas. Camus, a su vez, defensor del moralismo reprocha a Sartre diciéndole que no es posible que todo escrúpulo moral sea visto como una reticencia a involucrarse a las carnicerías de purificación: “Usted Sartre dice que el muerto por hambre o por un balazo en la nuca es la misma obscenidad. Sus bolsillos están henchidos de beligerancia de escritorio y declamaciones, como si estuvieran alcanzadas por las revelaciones del credo. Usted parece un Lenin con alzacuello desprovisto de la más revolucionaria aptitud: la tolerancia. Si la filosofía se alza para justificar crímenes, entonces debe ser repudiada” (pág.42).

 Camus con estos disparadores estaría estableciendo un nuevo discurso social con una carga ideológica-semiótica, producto de una constante tensión, que desencadenaría una nueva toma de posición en el campo intelectual moral por parte de Camus construyéndolo como el principio de un conflicto permanente situado en un sistema de oposiciones y de contradicciones a pesar de que, el sujeto protagonista, sea blanco de luchas, ataques, polémicas o críticas.

Sartre y Camus parecieran oscilar dialécticamente y de manera pendular hacia el campo intelectual de lo político y moral rayando levemente el campo literario. Sartre le reprocha las lecciones de libertad por parte de Camus, que las frases de el último  son “retórica catequista” y  que no cita  correctamente las fuentes asimismo Camus alterna frases de Marx y Voltaire y Sartre  le entrega leyendas mitológicas.

      Bourdieu explicará que el campo político es una suerte de acuerdo en el terreno del desacuerdo. Pero este espacio tensional arribaría a una semiosis nueva. Estos discursos dotados de bricollage heterogéneos servirían para ocultar una ideología naciente por parte de Camus: la de las verdades “estén donde estén”. Aquí se ilustra la respuesta de Camus: “No se juzga la verdad de un pensamiento según se lo coloque a la derecha o a la izquierda, y aún menos de acuerdo a lo que la derecha y la izquierda pueden hacer de él. En fin si la verdad me pareciera estar a la derecha, allí estaría yo”  (Sartre, 1964:33)

Mediante este nuevo pensamiento camuseano se asomaría lentamente, como el sol poniente, una ideología concebida como un espacio de enfrentamientos, luchas antagónicas cuya confrontación misma iría  instaurando un nuevo campo intelectual y desarrollando en él heterodoxias inmanentes que corroerían su lógica y disidencias contiguas que, en nombre de los mismo principios “sagrados” o hegemónicos, opondrían una construcción argumentativa y narrativa que se convertirían en más o menos lo contrario de la versión del campo dominante[4].

De esta manera Camus se “des comprometería” de las filas del comunismo en detrimento del “hombre revolucionario” de Sartre obligado a cumplir con los mandatos políticos ideológicos dominantes, aún pasando  de alto la cuestión de la guerra y muerte; edificando un intelectual moral comprometido con el bienestar ético de la humanidad y en contra de la pena de muerte como predicaban las tesis de sus preliminares galerías de obras autorales. Camus estaría configurando una de las principales tareas de un intelectual posmoderno; centrándose en el esfuerzo por romper los estereotipos y las categorías reduccionistas que limitasen su pensamiento debido a la hegemonía del campo intelectual y la concepción predominante que marcase la época que le tocó vivir.[5]

A esta polémica deberíamos considerarla a la manera foucaulteana: como un discurso reverberante de una verdad naciendo ante sus propios ojos”[6] así también como un discurso revestido de crítica literaria que serviría de excusa para semiotizar hechos ignorados, excluidos e implícitos pero temerarios de manifestar y expresar, en condiciones de producción álgidos de dualidades político-histórico insoslayables (izquierda vs derecha) en boca de intelectuales que relataron de manera ensayística y literaria las desgracias y dolencias existenciales del hombre del último siglo.



[1] En abril de 1952 aparece el texto de Francis Jamenson titulado “Albert Camus o el alma rebelde”. En agosto del mismo año salen  en conjunto la respuesta de Camus a Sartre y  la de Sartre a Camus respectivamente
[2]  Este último compilado no es parte de la polémica en sí, sino corresponde a unas palabras póstumas que Sartre redactó en el periódico France Observateur a unos pocos días del fallecimiento de Albert Camus en 1960
[3] Voloshinov, V: “El discurso en  la vida y el discurso en el arte” en Freudismo. Un bosquejo crítico. Bs As. Paidós.1999 pág. 172
[4] Angenot, Marc: “Las ideologías no son sistemas” en Interdiscursividades. De hegemonías y disidencias. Editorial Nacional de Córdoba. Pág.50
[5] Said, Edward (1996): Representaciones del intelectual. Barcelona. Paidós. Pág.12
[6] Foucault, Michel (1987): El orden del discurso, Tusquet, Barcelona.Pág.41



Bibliografía

  •    Abraham, Tomas: (2001): “Sartre y Camus: el debate inconcluso de la izquierda por Jaime Plager” en Tensiones filosóficas. El seminario de los jueves. Editorial Sudamericana, Bs As.



  •   Angenot, Marc (1981): “Interdiscursividades. De hegemonías y disidencias”. Editorial Nacional de Córdoba.

  •   Bajtín, M (1982): “Estética de la creación verbal”. México: siglo XXI

  •   Bourdieu, Pierre (1983): “Campo de poder y campo intelectual”. Bs As, Folios.


-------------------- (1996): “Espacio social y poder simbólico” y “El campo intelectual: un mundo aparte” en Cosas dichas. Barcelona. Gedisa

  •    Beauvoir, Simone (1980)La fuerza de las cosas”, Ed. Edhasa, Barcelona


  •   Camus, Albert (2007): “El hombre rebelde” Editorial Losada, Bs As
            
------------------ (2009): “El primer hombre” Tusquet editores, Bs As   

  •   Castillo, Abelardo (2010): “Desconsideraciones”. Editorial Seix Barral. Bs As
  



  •   Derrida, Jacques (2001): “Palabra: instantáneas filosóficas”. Editorial Trotta. Madrid.

--------------------- (1989): “La escritura y la diferencia”. Editorial Antrophos. Bs As


  •    Foucault, Michel (1987): “El orden del discurso”. Tusquet.

--------------------- (1994): “Un diálogo sobre el poder”. Altaya. Barcelona.
--------------------- (1991): “Microfísica del poder”. La Piqueta. Madrid.


  •   Jeanson, Francis:Les temps modernes”. París: No 79, año 7, mayo de 1952.



  •     Lottman, Herbert (1994):Albert Camus”. Trad. Amalia Álvarez, Javier Muñoz e Inés Ortega. Madrid: Taurus.


  •    Pulcinelli, Orlandi (1987) A linguagem e seu funcionamiento: As formas do discurso en 2 edición, revista aum. Campinas, SP Pontes
                     
  •    Rorty, Richard (1991): “Contingencia, ironía y solidaridad”. Barcelona, Paidós

  •    Said, Edward (1996): Representaciones de un intelectual”. Barcelona, Paidós.

  •    Sartre, Jean Paul (1966): “Literatura y arte. Situación” .Bs As: Losada.


  •   Sartre, Jean Paul (1964): “La polémica Sartre-Camus” en colección tiempo americano. Ediciones del Escarabajo de Oro dirigidas por Liliana Heker.



  •   Todd, Olivier (1997): “Albert Camus: una vida. Trad. Mauro Armiño. Barcelona: editorial Tusquet.

  •    Voloshinov, V (1999): “El discurso en la vida y el discurso en el arte”  en Freudismo. Un bosquejo crítico. Bs As. Paidós.

------------------ (2001): “El marxismo y la filosofía del lenguaje” .Colección    exhumaciones. Ediciones Godot. Bs As.

  •    Williams, Raymonds (1982):Instituciones, formaciones y organización” en  Cultura. Sociología de la comunicación y del arte. Barcelona, Paidós.

  •   Wittgenstein, L (1970): “Investigaciones filosóficas”. Madrid: Alianza.
  •