“Cuando
leo a Shakespeare me resulta
admirable
que gente tan trivial cavile, ruja, hable
en
lengua tan adorable”
D.H
Lawrence
Shakespeare es sin duda
el espejo de la naturaleza del alma humana, él es el centro de las
peculiaridades plasmadas a través de las miserias y grandezas de hombres
nobles, reyes, soldados, servidores, de la relación entre padre e hija, de
bufones y de todos los rangos humanos. Shakespeare es atemporal e infinito.
Las bajezas y errores fatales que atentaron a
sus personajes isabelinos lo padecieron los hombres de todas las épocas.
Shakespeare es universal y ya en sí mismo es el centro del canon literario
porque ha sido el poeta de la gente, de la clase alta y baja; su público no discriminó
preferencias. Letrados e iletrados todos comprendían el espejo de la naturaleza
que representaba su dramaturgia poética. La capacidad de imitar la personalidad
humana y sus vicisitudes fueron de su parte magnánimas como dice Harold Bloom “Shakespeare es, por encima de todos los
escritores, al menos de todos los escritores modernos, el poeta de la
naturaleza, el poeta que sostiene ante sus lectores un fiel espejo de las
costumbres y de la vida” (Bloom, 1997:73)
Así como Haroold Bloom
se inclina por Macbeth como
preferencia canónica personal (Bloom:75), en este ensayo seleccionaremos esta
tragedia para vincularla con la cosmovisión isabelina y analizaremos cómo esta
operó con las convenciones de aquel teatro peculiar y conectaremos rizomas con
el cine contemporáneo viendo un Macbeth
del séptimo arte bajo la dirección de Román Polanski.
Uno de los tópicos de la cosmovisión isabelina
era la idea de un orden cósmico. La larga escena segunda del acto cuarto, que
se da en la corte inglesa, que hace referencia al poder curativo del rey de
Inglaterra da intención a esta noción de la ley del orden como armonía
(Tillyard, 1984:30):Malcom:- “Se llama el
mal; es una obra milagrosa de este buen rey; que le he visto a menudo hacer
desde que estoy en Inglaterra. Él sólo sabe cómo induce al cielo, pero a gentes
con raros males, úlceras e hinchazones, lastimosos de ver, y desahuciados por
la medicina, él los cura colgando de sus cuellos una moneda de oro, mientras
reza piadosas oraciones; y se dice que transmite a su progenie real la sanadora
bendición” Dice Tillyard: “Si los
isabelinos creían en un orden ideal que animaba al orden terreno, les aterraba
la idea de trastornarlo y les horrorizaba las muestras visibles de desorden que
pudieran indicar tal trastorno” (Tillyard:32)
En Macbeth tenemos a las hermanas fatídicas que se encontraron
plasmadas en la tradición de la época, así como los isabelinos creían en
ángeles que cumplían con los encargos de Dios, creían también en el infierno y
en los espíritus malignos que actuaban en forma de oráculos: “A estos espíritus malignos honraron los
paganos como a dioses y en general con el nombre de dioses infernales, ya
algunos en particular en oráculos, ya en ídolos o como dioses del hogar”
(Tillyard:86) Una de las brujas en la escena segunda del acto primero le
predice a Macbeth que será rey y a Banquo que tendrá una descendencia real
aunque él no lo será.
Estos espíritus de la época, encarnados por el
diablo llevaban a los hombres a la desesperación; de esta manera la predicción
de las fatídicas llevó a Macbeth a matar a Banquo por temor a perder su trono y
por ello a cometer sucesivos asesinatos, víctima de la agorera profecía, como
lo predice Macbeth en la escena primera del acto tercero:“Nuestro temor a Banquo cala hondo y reside en lo que ha de ser temido
en lo que hay de real en su carácter (…)
No hay otro sino él cuya existencia tema, y mi genio es por él inhibido, como
lo era, dicen, por César, el de Marco Antonio, cuando las tres hermanas me
impusieron por primera vez el título de rey las increpó ordenando que le
hablaran; ellas; proféticas, lo saludaron como padre de una estirpe de reyes. Y
sobre mi cabeza colocaron una yerma corona, y en mi puño un cetro estéril para
que de allí lo arrancara una mano de otra estirpe, al no ser sucesor un hijo
mío. De ser así, yo corrompí mi mente por la estirpe de Banquo, y por ellos he
asesinado al bondadoso Duncan”.
Llegamos a otra clase
de ordenamiento que imperaba en las creencias de los isabelinos, que era el de
las estrellas, se daba por sabido que las estrellas dictaban la suerte o el
infortunio de los hombres que obedecían al orden de Dios y que eran
responsables de las veleidades de la fortuna en los ámbitos situados debajo de
la luna (Tillyard: 89)
Macbeth, elude de esta
manera el poder benéfico de las estrellas despachándolas para que no puedan
revelar sus verdaderas intenciones: la de asesinar al rey Duncan (…) “¡Ah, estrellas, ocultad vuestros fuegos!
No permitáis que la luz pueda ver mis deseos oscuros y profundos; que los ojos
no vean a la mano; pero cúmplase aquello que al hacerlo el ojo va a tener miedo
de verlo” (Acto primero, escena
cuarta). Las referencias a lo cosmogónico en la visión de los isabelinos estaba
presente constantemente y su misión era vincular a los hombres con el
funcionamiento del universo y mostrarlo en conjunción con acciones buenas y
malas y sobre todo con lo que iba a suceder.
Pegando un salto
cualitativo ahora nos situamos en la naturaleza terrena del héroe trágico en Macbeth. Resulta interesante revelar
toda la composición humana que se desprende de este gran protagonista, de la
pesadilla insondable en la que se ve envuelto, y de la elección del crimen como
decisión propia. La anagnórisis o reconocimiento que logra en su desesperación
es continuar con los asesinatos sanguinarios y por este motivo el crimen de
Duncan, se debe tapar con otro crimen para sostenerse en el poder;
característica propia del tirano griego del siglo V con la diferencia que aquel
es un personaje renacentista porque no es un juguete del destino o de los
dioses sino que tiene conciencia de su elección.
Macbeth tiene una
deficiencia en su voluntad, por ello Lady Macbeth desprecia su hombría y lo
insta a llevar a cabo sus primeros pensamientos, como vemos en el largo diálogo
entre estos personajes en la escena séptima del acto primero. Macbeth: “No seguiremos adelante con esto.
Él acaba de concederme honores y he adquirido una reputación de oro ante toda
clase de gentes, debería usarla ahora en su flamante brillo”aquí observamos
que opera la función apropiada de la voluntad que se define como “La obligación
a nuestras almas a tener o a hacer aquello que se considera bueno” (Tillyard:
121) pero Lady Macbeth propicia su caída al tapar su entendimiento infectando
aún más su voluntad (…) “¿Temes ser en
acciones y en valor ese mismo que eres en deseo? ¿Querrías poseer eso que
estimas como ornamento de la vida, pero vivir como un cobarde ante ti mismo
permitiendo que el “no me atrevo a hacerlo” vaya a la par del “desearía”, como
pasaba al pobre gato del proverbio? La batalla entre la razón en el hombre,
entre instinto y entendimiento es propiciado por el poder de persuasión de su
amada.
Un autor que clarifica
la concepción del héroe isabelino es Auden en su ensayo “El mundo de Shakespeare” él escribe que en “Shakespeare, el sufrimiento y el infortunio no son en sí mismos
pruebas del disgusto divino. Es cierto que no se producirían si el hombre
hubiera caído en el pecado, pero
precisamente porque ha caído, el sufrimiento es un elemento inevitable de la
vida no hay hombre que no sufra” (Auden,
1999:16). Macbeth está a un paso de detener el complot en torno al crimen: “Basta, te lo ruego. Yo no me animo a hacer
todo aquello que es propio que haga un hombre. Aquel que a más se atreva, no lo
es” (escena séptima, acto primero). Si Eva comió la manzana porque la
serpiente encantó su entendimiento, Macbeth mordió la manzana que le ofreció su
Lady.
Pero volvamos al canon,
Shakespeare impuso el modelo y los límites de la literatura, pero muchos
rompieron las convenciones de su representación y la llevaron, de un escenario
en el Globe desprovisto de escenografía, a la pantalla grande, pero antes de
saltearnos un centenar de años contemos la breve historia del teatro isabelino.
Shakespeare escribió
sus obras para ser representadas en los teatros y patios de posadas por lo
tanto la finalidad del texto era la reproducción oral de ellos, porque
Shakespeare ha alcanzado muchos de los límites del lenguaje, pero como Bloom
afirma la originalidad de él ha sido la representación del personaje (Bloom:
78)
Por lo tanto el texto
de Shakespeare es dramático como afirma De Toro en Semiótica del teatro porque está compuesto de un texto principal
constituido por el dialogar de los personajes y de un texto didascálico que se compone de
indicaciones escénicas (De Toro, 1987:28).
Para ejemplificar; en
la escena sexta del acto primero tenemos una acotación que va dirigida
exclusivamente a los actores y al director (Delante
del castillo de Macbeth, oboes y antorchas, entran Duncan, Malcom, Donalbain,
Banquo, Lenox, Macduff, Ross, Angus y acompañantes) en consonancia con el
plano escénico tenemos unidades no sucesivas como el personaje y el decorado;:
pero la relación que se establece entre el texto dramático con el espectacular
es que ambos comparten las mismas réplicas y personajes, es decir, que el texto
espectacular es un texto de la puesta en escena con la peculiaridad de ser
pluricódico por que en él se encuentran las distintas facetas de la expresión
humana (visual, gestual, auditivo, etc.)
Ahora efectuaremos un
paralelismo del Macbeth de Polanski (1971) con el de Shakespeare. La escena más
espectacular del texto segundo es la escena del espectro de Banquo, producto de
las alucinaciones de Macbeth. Aquí tenemos un procedimiento técnico llamado
efecto de visión que consiste en hacer ver u oír al espectador algo que ve u
oye un personaje presente en la escena pero que al ser subjetivo no lo ven ni
oyen los demás personajes.
En la escena cuarta del acto tercero tenemos
una didascalia o decorado verbal: (“El espectro
de Banquo entra y se sienta en lugar de Macbeth) y luego tenemos un texto
dramático que va dirigido al espectro de Banquo: “Tú no puedes decir que yo lo hice. No sacudas ante mí esos cabellos
empapados de coágulos de sangre”. ¿Cómo representa Polanski su Banquo? A
diferenciade Shakespeare, Polanski lo muestra al público. Sitúa al personaje de
espaldas para generar más conmoción. El espectro será algo más terrorífico para
crear un aspecto de violencia arrolladora.El Banquo polanskeano se mostrará con
sangre en el rostro y cuello degollado y
con las curvas de los ojos vacías.
El Macbeth de Polanski
consta de una adaptación muy violenta que raya lo explícito; se muestra sangre
y descuartizaciones que estaban en boca de algunos personajesen la obra, como
la decapitación de Macbeth, el asesinato del rey, los cuerpos descuartizados de
los guardianes de Duncan, el cuerpo suicida de Lady Macbeth y la destrucción
del castillo de Macduff. Macbeth es así la tragedia más trágica de todas las de
Shakespeare, como lo afirma Kott, Jan en su libro “Shakespeare nuestro contemporáneo” Macbeth empieza y termina con una
carnicería cada vez hay más sangre. Todos están chorreando sangre. La sangre
inunda la escena” (Kott, 2007:133) en coincidencia con Polanski que expresó
en una entrevista allá por los setenta: “Macbeth
es una tragedia violenta y a mí nunca me ha gustado dulcificar las cosas”.
Para finalizar Polanski
añade los distintos espacios que Shakespeare muestra con acotaciones en sus textos dramáticos, reflejándonos el
realismo de la pantalla gigante, al hacernos creer que estamos frente a una
obra de arte verosímil.
Mediante este ensayo
tratamos de rizomar los orígenes del teatro isabelino y la cosmovisión de los
miembros de aquella época remota y observamos como Shakespeare en Macbeth, la
tragedia más lúgubre y fatal de todas las de su producción, plasmó aquella
visión cosmogónica y humana en ella. También
analizamos como las múltiples lecturas contemporáneas se traspolaron a
otro texto más complejo como lo es el cine.
Shakespeare será eterno, el humano demasiado humano de
todos los tiempos. Sólo un puñado de escritores occidentales poseen un
verdadero carácter universal: Shakespeare, Dante, Cervantes (Bloom:85) pero
Shakespeare fue y será el poeta de la humanidad.
Bibliografía
ü Auden, W.H: “El
mundo de Shakespeare”, Bs As, Adriana Hidalgo,1999
ü
Bloom, Harold: “Shakespeare, centro del canon” en El canon occidental. Norma, Bogotá,1997
ü Calderón, Cabrera: “Macbeth de W Shakespeare y de R. Polanski”
Universidad de Sevilla en revistacomunicación.org
ü De Toro, Fernando: “Semiótica del teatro”
Bs As, Galerna, 1987
ü Pavis, Patrice:“Diccionario del teatro”. Bs As,
Paidós, 1987
ü
Shakespeare, William: “Macbeth”, Editorial
Losada,2006
Tillyard, E.M.W: “La cosmovisión Isabelina,Mexico,1996