viernes, 29 de agosto de 2014

"Shakespeare de la humanidad"



“Cuando leo a Shakespeare me resulta
admirable que gente tan trivial cavile, ruja, hable
en lengua tan adorable”
D.H Lawrence




Shakespeare es sin duda el espejo de la naturaleza del alma humana, él es el centro de las peculiaridades plasmadas a través de las miserias y grandezas de hombres nobles, reyes, soldados, servidores, de la relación entre padre e hija, de bufones y de todos los rangos humanos. Shakespeare es atemporal e infinito. 
 
 Las bajezas y errores fatales que atentaron a sus personajes isabelinos lo padecieron los hombres de todas las épocas. Shakespeare es universal y ya en sí mismo es el centro del canon literario porque ha sido el poeta de la gente, de la clase alta y baja; su público no discriminó preferencias. Letrados e iletrados todos comprendían el espejo de la naturaleza que representaba su dramaturgia poética. La capacidad de imitar la personalidad humana y sus vicisitudes fueron de su parte magnánimas como dice Harold Bloom  “Shakespeare es, por encima de todos los escritores, al menos de todos los escritores modernos, el poeta de la naturaleza, el poeta que sostiene ante sus lectores un fiel espejo de las costumbres y de la vida” (Bloom, 1997:73)


 Así como Haroold Bloom se inclina por Macbeth como preferencia canónica personal (Bloom:75), en este ensayo seleccionaremos esta tragedia para vincularla con la cosmovisión isabelina y analizaremos cómo esta operó con las convenciones de aquel teatro peculiar y conectaremos rizomas con el cine contemporáneo viendo un Macbeth del séptimo arte bajo la dirección de Román Polanski.
 
 Uno de los tópicos de la cosmovisión isabelina era la idea de un orden cósmico. La larga escena segunda del acto cuarto, que se da en la corte inglesa, que hace referencia al poder curativo del rey de Inglaterra da intención a esta noción de la ley del orden como armonía (Tillyard, 1984:30):Malcom:- “Se llama el mal; es una obra milagrosa de este buen rey; que le he visto a menudo hacer desde que estoy en Inglaterra. Él sólo sabe cómo induce al cielo, pero a gentes con raros males, úlceras e hinchazones, lastimosos de ver, y desahuciados por la medicina, él los cura colgando de sus cuellos una moneda de oro, mientras reza piadosas oraciones; y se dice que transmite a su progenie real la sanadora bendición” Dice Tillyard: “Si los isabelinos creían en un orden ideal que animaba al orden terreno, les aterraba la idea de trastornarlo y les horrorizaba las muestras visibles de desorden que pudieran indicar tal trastorno”  (Tillyard:32)
 
 En Macbeth tenemos a las hermanas fatídicas que se encontraron plasmadas en la tradición de la época, así como los isabelinos creían en ángeles que cumplían con los encargos de Dios, creían también en el infierno y en los espíritus malignos que actuaban en forma de oráculos: “A estos espíritus malignos honraron los paganos como a dioses y en general con el nombre de dioses infernales, ya algunos en particular en oráculos, ya en ídolos o como dioses del hogar” (Tillyard:86) Una de las brujas en la escena segunda del acto primero le predice a Macbeth que será rey y a Banquo que tendrá una descendencia real aunque él no lo será.
 
 Estos espíritus de la época, encarnados por el diablo llevaban a los hombres a la desesperación; de esta manera la predicción de las fatídicas llevó a Macbeth a matar a Banquo por temor a perder su trono y por ello a cometer sucesivos asesinatos, víctima de la agorera profecía, como lo predice Macbeth en la escena primera del acto tercero:“Nuestro temor a Banquo cala hondo y reside en lo que ha de ser temido en  lo que hay de real en su carácter (…) No hay otro sino él cuya existencia tema, y mi genio es por él inhibido, como lo era, dicen, por César, el de Marco Antonio, cuando las tres hermanas me impusieron por primera vez el título de rey las increpó ordenando que le hablaran; ellas; proféticas, lo saludaron como padre de una estirpe de reyes. Y sobre mi cabeza colocaron una yerma corona, y en mi puño un cetro estéril para que de allí lo arrancara una mano de otra estirpe, al no ser sucesor un hijo mío. De ser así, yo corrompí mi mente por la estirpe de Banquo, y por ellos he asesinado al bondadoso Duncan”.
 
 Llegamos a otra clase de ordenamiento que imperaba en las creencias de los isabelinos, que era el de las estrellas, se daba por sabido que las estrellas dictaban la suerte o el infortunio de los hombres que obedecían al orden de Dios y que eran responsables de las veleidades de la fortuna en los ámbitos situados debajo de la luna (Tillyard: 89)
 
 Macbeth, elude de esta manera el poder benéfico de las estrellas despachándolas para que no puedan revelar sus verdaderas intenciones: la de asesinar al rey Duncan (…) “¡Ah, estrellas, ocultad vuestros fuegos! No permitáis que la luz pueda ver mis deseos oscuros y profundos; que los ojos no vean a la mano; pero cúmplase aquello que al hacerlo el ojo va a tener miedo de verlo”  (Acto primero, escena cuarta). Las referencias a lo cosmogónico en la visión de los isabelinos estaba presente constantemente y su misión era vincular a los hombres con el funcionamiento del universo y mostrarlo en conjunción con acciones buenas y malas y sobre todo con lo que iba a suceder.
 
 Pegando un salto cualitativo ahora nos situamos en la naturaleza terrena del héroe trágico en Macbeth. Resulta interesante revelar toda la composición humana que se desprende de este gran protagonista, de la pesadilla insondable en la que se ve envuelto, y de la elección del crimen como decisión propia. La anagnórisis o reconocimiento que logra en su desesperación es continuar con los asesinatos sanguinarios y por este motivo el crimen de Duncan, se debe tapar con otro crimen para sostenerse en el poder; característica propia del tirano griego del siglo V con la diferencia que aquel es un personaje renacentista porque no es un juguete del destino o de los dioses sino que tiene conciencia de su elección.
 
 Macbeth tiene una deficiencia en su voluntad, por ello Lady Macbeth desprecia su hombría y lo insta a llevar a cabo sus primeros pensamientos, como vemos en el largo diálogo entre estos personajes en la escena séptima del acto primero. Macbeth: “No seguiremos adelante con esto. Él acaba de concederme honores y he adquirido una reputación de oro ante toda clase de gentes, debería usarla ahora en su flamante brillo”aquí observamos que opera la función apropiada de la voluntad que se define como “La obligación a nuestras almas a tener o a hacer aquello que se considera bueno” (Tillyard: 121) pero Lady Macbeth propicia su caída al tapar su entendimiento infectando aún más su voluntad (…) “¿Temes ser en acciones y en valor ese mismo que eres en deseo? ¿Querrías poseer eso que estimas como ornamento de la vida, pero vivir como un cobarde ante ti mismo permitiendo que el “no me atrevo a hacerlo” vaya a la par del “desearía”, como pasaba al pobre gato del proverbio? La batalla entre la razón en el hombre, entre instinto y entendimiento es propiciado por el poder de persuasión de su amada.
 
 Un autor que clarifica la concepción del héroe isabelino es Auden en su ensayo “El mundo de Shakespeare” él escribe que en “Shakespeare, el sufrimiento y el infortunio no son en sí mismos pruebas del disgusto divino. Es cierto que no se producirían si el hombre hubiera caído en el  pecado, pero precisamente porque ha caído, el sufrimiento es un elemento inevitable de la vida no hay hombre que no sufra”  (Auden, 1999:16). Macbeth está a un paso de detener el complot en torno al crimen: “Basta, te lo ruego. Yo no me animo a hacer todo aquello que es propio que haga un hombre. Aquel que a más se atreva, no lo es” (escena séptima, acto primero). Si Eva comió la manzana porque la serpiente encantó su entendimiento, Macbeth mordió la manzana que le ofreció su Lady.
 
 Pero volvamos al canon, Shakespeare impuso el modelo y los límites de la literatura, pero muchos rompieron las convenciones de su representación y la llevaron, de un escenario en el Globe desprovisto de escenografía, a la pantalla grande, pero antes de saltearnos un centenar de años contemos la breve historia del teatro isabelino.
 
 Shakespeare escribió sus obras para ser representadas en los teatros y patios de posadas por lo tanto la finalidad del texto era la reproducción oral de ellos, porque Shakespeare ha alcanzado muchos de los límites del lenguaje, pero como Bloom afirma la originalidad de él ha sido la representación del personaje (Bloom: 78)
 
Por lo tanto el texto de Shakespeare es dramático como afirma De Toro en Semiótica del teatro porque está compuesto de un texto principal constituido por el dialogar de los personajes y de un  texto didascálico que se compone de indicaciones escénicas (De Toro, 1987:28). 
 
 Para ejemplificar; en la escena sexta del acto primero tenemos una acotación que va dirigida exclusivamente a los actores y al director (Delante del castillo de Macbeth, oboes y antorchas, entran Duncan, Malcom, Donalbain, Banquo, Lenox, Macduff, Ross, Angus y acompañantes) en consonancia con el plano escénico tenemos unidades no sucesivas como el personaje y el decorado;: pero la relación que se establece entre el texto dramático con el espectacular es que ambos comparten las mismas réplicas y personajes, es decir, que el texto espectacular es un texto de la puesta en escena con la peculiaridad de ser pluricódico por que en él se encuentran las distintas facetas de la expresión humana (visual, gestual, auditivo, etc.)

 Ahora efectuaremos un paralelismo del Macbeth de Polanski (1971) con el de Shakespeare. La escena más espectacular del texto segundo es la escena del espectro de Banquo, producto de las alucinaciones de Macbeth. Aquí tenemos un procedimiento técnico llamado efecto de visión que consiste en hacer ver u oír al espectador algo que ve u oye un personaje presente en la escena pero que al ser subjetivo no lo ven ni oyen los demás personajes.
 
 En la escena cuarta del acto tercero tenemos una didascalia o decorado verbal: (“El espectro de Banquo entra y se sienta en lugar de Macbeth) y luego tenemos un texto dramático que va dirigido al espectro de Banquo: “Tú no puedes decir que yo lo hice. No sacudas ante mí esos cabellos empapados de coágulos de sangre”. ¿Cómo representa Polanski su Banquo? A diferenciade Shakespeare, Polanski lo muestra al público. Sitúa al personaje de espaldas para generar más conmoción. El espectro será algo más terrorífico para crear un aspecto de violencia arrolladora.El Banquo polanskeano se mostrará con sangre en el rostro y cuello degollado  y con las curvas de los ojos vacías.
 
 El Macbeth de Polanski consta de una adaptación muy violenta que raya lo explícito; se muestra sangre y descuartizaciones que estaban en boca de algunos personajesen la obra, como la decapitación de Macbeth, el asesinato del rey, los cuerpos descuartizados de los guardianes de Duncan, el cuerpo suicida de Lady Macbeth y la destrucción del castillo de Macduff. Macbeth es así la tragedia más trágica de todas las de Shakespeare, como lo afirma Kott, Jan en su libro “Shakespeare nuestro contemporáneo” Macbeth empieza y termina con una carnicería cada vez hay más sangre. Todos están chorreando sangre. La sangre inunda la escena” (Kott, 2007:133) en coincidencia con Polanski que expresó en una entrevista allá por los setenta: “Macbeth es una tragedia violenta y a mí nunca me ha gustado dulcificar las cosas”.

Para finalizar Polanski añade los distintos espacios que Shakespeare muestra con acotaciones en  sus textos dramáticos, reflejándonos el realismo de la pantalla gigante, al hacernos creer que estamos frente a una obra de arte verosímil.
 
 Mediante este ensayo tratamos de rizomar los orígenes del teatro isabelino y la cosmovisión de los miembros de aquella época remota y observamos como Shakespeare en Macbeth, la tragedia más lúgubre y fatal de todas las de su producción, plasmó aquella visión cosmogónica y humana en ella. También  analizamos como las múltiples lecturas contemporáneas se traspolaron a otro texto más complejo como lo es el cine.
 Shakespeare  será eterno, el humano demasiado humano de todos los tiempos. Sólo un puñado de escritores occidentales poseen un verdadero carácter universal: Shakespeare, Dante, Cervantes (Bloom:85) pero Shakespeare fue y será el poeta de la humanidad.
  
Bibliografía



ü  Auden, W.H:  “El mundo de Shakespeare”, Bs As, Adriana Hidalgo,1999

ü  Bloom, Harold: “Shakespeare, centro del canon” en El canon occidental. Norma, Bogotá,1997

ü  Calderón, Cabrera: “Macbeth de W Shakespeare y de R. Polanski” Universidad de Sevilla en revistacomunicación.org

ü  De Toro, Fernando: “Semiótica del teatro” Bs As, Galerna, 1987

ü  Kott, Jane: “Shakespeare, nuestro contemporáneo”,Editorial Alba,2007

ü  Pavis, Patrice:“Diccionario del teatro”. Bs As, Paidós, 1987

ü  Shakespeare, William: “Macbeth”, Editorial Losada,2006
           Tillyard, E.M.W: La cosmovisión Isabelina,Mexico,1996










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