lunes, 6 de octubre de 2014

"La risa crítico-social en Lisístrata"


¡Hala! también nosotras, mujeres
quitémonos de encima la ropa a toda prisa
que huela a mujeres que muerden con toda furia”
(Aristófanes)


      No hay nada más difícil que hacer reír, sino observen en el museo del Louvre a la incógnita Mona Lisa que permanece con un rictus sugestivo incapaz de que alguien o algo le saque una sonrisa, o en un plan mucho más ambicioso, una carcajada altisonante. Algo parecido nos sucede con la comedia griega Lisístrata de Aristófanes.


      Umberto Eco también se pregunta y nos pregunta ¿Por qué nos cuesta tanto reírnos con Lisístrata? Así como hay personas que les cuesta reír  con el humor yanqui o global de Woody Allen, a otras les resulta dificultoso esbozar una sonrisa con Lisístrata.


Lo que sugerimos plantear son algunos mecanismos teóricos que hay que tener en cuenta previamente para que esta comedia griega nos provoque algún gesto, ya sea de disgusto, asco (para los extremistas) o  nos arranque una carcajada de modo tal que nos duela la parte baja del abdomen simulando el efecto “mariposa” del enamoramiento.


Desde el punto de vista argumental Lisístrata es una mujer ateniense (con los ovarios bien ajustados) que propone  tomar la Acrópolis y reunir en ese lugar a todas las mujeres de la polis para que, mediante el ejercicio de la abstinencia sexual, los hombres ardan en un fuego incontenible y que la debilidad de la carne les haga nublar su raciocinio intelectual y por ende renuncien a la guerra en pos de la paz.


Hasta aquí algo tan serio como un sindicato femenino que efectúa una huelga de carácter sexual para alcanzar la paz no tiene nada de gracioso, pero lo que sí resulta cómico es la exposición de estos hombres guerreros y espartanos a la ridiculez fálica de mostrar su miembro erecto libremente por la ciudad.


Henri Bergson nos dice que la risa tiene una función ordinaria y que muestra el lado ridículo de la persona humana, además de ser la exaltación de las diversas deformaciones de la voluntad y del carácter, en donde lo cómico se arraiga cada vez más (Bergson, 1985:37) 


Podemos considerar que el deseo y  la erección masculina es involuntaria, basta con imaginar solamente el objeto deseante para que  ésta se lleve a cabo. Los hombres de la polis no tienen un refugio femenino para saciar su libido y solamente les queda contenerse en aquel  grupo, en el que comparten, la misma exasperación viril.


 Leemos en el verso 1100 en la obra de Aristófanes que el espartano Laconio le dice a otro compañero: Queridísimo, terrible también lo que nos ha pasado a nosotros, si nos llegan a haber visto los hombres estos masturbándonos.


La risa en Lisístrata da pie a un gesto social, reprime las excentricidades dando paso al recato y a la privacidad. Resulta gracioso para las mujeres atenienses que sus hombres anden desnudos con sus falos erectos y tiesos: No voy a consentir que estés así desnudo. Que mira que estas para cagarse de risa- las mujeres le colocan la túnica en su sitio (Aristófanes, 411:1020).


Lisístrata, a través de la aplicación del mecanismo de lo cómico, busca humillar a estos hombres logrando jugarles una broma social pesada para que abandonen sus rivalidades y que a cambio de la apertura amatoria puedan negociar el sexo por la conciliación de la paz.


Lisístrata utiliza, también, la significación de la comicidad para construir un gesto social, político y reivindicador de su posición como fémina en una sociedad machista; que no sólo es funcional a la reproducción biológica sino que se erige como una guerrera de la sociedad civil: Mujer soy, pero tengo inteligencia, por mí misma no discurro mal, y de mi padre y mis antepasados las palabras muchas tras haber oído, no estoy mal instruida” (411:1125).


La comedia de Aristófanes, desde nuestra óptica, es considerada una literatura de humor porque como dice  el crítico Robert Escarpit, el humor intelectual es un mecanismo del pensamiento (…) pues obliga a los demás hombres (a los lectores también) a hacerlos reír e inclusive, en el caso de ciertos humores especialmente ambiciosos, de instruirlos mediante la risa (Escarpit, 1962:76).


Lisístrata adoctrina a estos hombres a que no cometan el error del enfrentamiento social; sino todo lo contrario, ella los lleva a la concordia política.


 Esta mujer particular iguala las necesidades fisiológicas y las asemeja con las necesidades afectivas y los temores que las esposas padecen cuando sus maridos llevan mucho tiempo fuera de sus casas en el campo de batalla: Además, cuando teníamos que disfrutar y sacarle partido a la juventud, dormimos solas por la culpa de las campañas militares (…) Pues cuando el hombre regresa, aunque esté lleno de canas, enseguida lo tienes casado con una jovencita. Pero el momento de la mujer es muy breve, y si no lo aprovecha, nadie quiere casarse con ella, y ahí queda alimentando ilusiones”  (411:595)


 Queremos enfatizar que la literatura humorística de Lisístrata es de carácter complejo y al mismo tiempo social. En este caso el humor no nos provoca risa, por eso en esta comedia tenemos un humor altamente crítico e intelectual inclinado hacia la ironía. Observamos el recurso retórico de la hipérbole al ver falos erectos y tiesos que pululan alrededor de la acrópolis y que sólo buscan su satisfacción.


Solo para sondear la cuestión léxico-semántica de la obra podemos relacionar un universo de  verbos, adjetivos y sustantivos referidos al mundo de lo grotesco, como por ejemplo: Cagar, estúpido, follar, culo, hijo de perras  que representan el mundo de lo no serio que a su vez se comunica con algo elevadamente serio como el fin altruista de la paz.


Apelando al análisis pragmático- lingüístico y tomando las reglas conversacionales de Grice (máxima de cantidad, calidad, relación y modo) Lisístrata va a provocar el efecto irónico al violar la última máxima griceana al ser ambigua y oscura en sus expresiones aludiendo siempre a un doble sentido en sus enunciados. En este caso desemboca a la significación sexual como vemos en el diálogo entre Lisístrata y Cleódice: ¿De qué se trata el asunto por el que nos convoca a nosotras las mujeres? ¿En qué consiste de qué tamaño es? Lisístrata responde: Grande y Cleódice pregunta: ¿Es también grueso? Lisístrata responde: Sí, por Zeus muy grueso y Cleódice utilizando la imprecisión en su respuesta (pensando en el pene) remata: Entonces ¿Cómo es que no hemos venido? (411:25)


A partir de nuestra investigación y desde nuestro horizonte teórico podemos sugerir y advertir que el carácter humorístico de la literatura de Aristófanes ,desencadenado a partir  de un gesto social , actuó como burla a un grupo de hombres guerreros con el fin de revertir a través de la exposición al ridículo sexual, una actitud vil entre los hombres y mujeres de la polis que es la práctica sangrienta de la guerra.


Queda entonces a disposición del lector contemporáneo reír, disgustarse o asquearse. Pero ya por lo menos están advertidos intelectualmente.

Bibliografía

v  Aristófanes: “Lisístrata” digitalizado por librodot.com
v Bergson, Henri (1985): “La risa”. Editorial sarpe, España
v Eco, Umberto (1987): “La estrategia de la ilusión”. Editorial Lumen. Ediciones de la Flor, Bs As
v Escarpit, Robert (1962): “El humor”. EUDEBA, Bs As




"Diario de un canalla"

                                                                                                                              "No puedes adquirir experiencias
haciendo experimentos
debes experimentarla"
Albert Camus


    La experiencia es esa “cosa” o ese “algo” intransferible que constituye los acontecimientos vitales del ser humano. Pueden ser sucesos dispersos que, la mayoría de las veces,  nos cuesta recurrir a ellos de forma inmediata y por eso nos valemos de artificios maquinales como el uso de la fotografía para retrotraernos a aquellos recuerdos subsumidos en lo más profundo de nuestro inconsciente.También, a veces, necesitamos de algún otro que nos sirva como espejo vivido que refleje esas experiencias compartidas que alguna vez marcaron nuestra existencia.


El olvido, vaya paradoja, siempre está presente en la formación de la experiencia. Si realizamos un rápido análisis etimológico de la palabra “experiencia” apreciamos que el prefijo “ex” se refiere a algo que se encuentra “por fuera” o “fuera de” remitiéndonos anafóricamente al exterior, tal vez, de una o varias experiencias ajenas a nosotros.

Despojándonos del sentido común y además del etimológico de la palabra estrella de este ensayo desmitificaremos todo método o camino simplista de lo que conlleva in situ la experiencia.

 Lo que primero podemos lanzar como dardo a los lectores expertos y no tan expertos es que la experiencia es lo que nos puebla en nuestra subjetividad, y es falaz  decir  que para nutrirnos de ella tenemos que salir a recuperarla en el mundo externo.

De eso, está seguro nuestro autor protagonista de experiencias cuyo nombre completo es Mario Jorge Varlotta Levrero. Veremos en el corpus seleccionado de dos de sus libros pertenecientes a la Trilogía involuntaria, el primero “El discurso vacío” y el segundo “Diario de un canalla, Burdeos” como confiere existencias narratológicas a situaciones diversas que ha vivido en el Río de la Plata, Europa y en una sala de operaciones.

En un diálogo consigo mismo Levrero o Varlotta, como prefieran llamarlo, quiso dar a luz experiencias indecibles que les ha pesado como cruces cristianas sostenidas en un solo hombro a lo largo de sus mudanzas: primero de Montevideo a Buenos Aires, luego de Buenos Aires a Burdeos y por último una muda de cuerpo cuando rozó la muerte en el quirófano al extirparle su vesícula infectada. Varlotta se halla en el punto nodal de la intersección entre  rasgos comunes expresables y el carácter inefable de la interioridad individual (Jay, 2009:20). 

La experiencia lo lleva a una incomunicación imparcial en un sentido pos facto en donde el acto de narrar se convierte en una semántica dotada de significación y edificación: Escribo para escribirme yo; es un acto de autoconstrucción. Aquí me estoy recuperando, aquí estoy luchando por rescatar pedazos de mi mismo que han quedado adheridos a mesas de operaciones(…) a ciertas mujeres… a ciudades…a las paredes de mi apartamento montevideano que ya no volveré a ver a ciertos paisajes, a ciertas presencias… Esto no es una novela, carajo. Me estoy jugando la vida (Diario de un canalla, 2010:25)

Quiero arriesgarme a plantear desde el aspecto genérico que las obras “involuntarias” de Levrero serían novelas épicas. Digo esto siguiendo a Walter Benjamin que decía que este tipo de narrativa se identificaba con el relator y no con el novelista (Jay: 384). 

Levrero es un relator, como leímos, no quiere escribir una novela y por eso no quiere que  le fastidien con el estilo ni con la escritura. Varlotta es un náufrago en un mar vasto de experiencias inefables que lo sitúan fuera de sí mismo pero que lucha por recuperarlos: Así uno va escribiendo estas cosas, en principio intentando honestamente hacer un ejercicio caligráfico, pero a menudo uno se transforma en una especie de náufrago que escribe mensajes y los arroja al mar dentro de una botella. En este caso, uno puede contar con la certeza de que todo mensaje llegará a destino…. Así también me parece adecuada la imagen de exiliado que tengo de mí mismo desde hace más en Colonia que en Bs As (“El discurso vacío”,2011:113).

Así escribir una novela épica es llevar a cabo al extremo aquello que es inconmensurable en la representación de la existencia humana (Jay: 384)Levrero al igual que Benjamín accede a entidades esotéricas para contrastar su experiencia.

Estos residuos miméticos que incluían la astrología, la grafología, el juego infantil y la danza trascendían las formas experimentales miméticas del hombre moderno. Pero era la escritura el método por excelencia que revelaba las intenciones inconscientes de quién escribe y que la grafología ha enseñado a descubrir (Jay: 377)

Levrero emprende una terapia grafológica con la intención de cambiar caracteres respectivos al desarrollo de su personalidad, pero esa empresa subjetiva desembocará en aspectos inherentes al descubrimiento  de acciones que se refugiaban de manera velada y adormecida en su alma: El discurso se fue llenando con la historia del perro, es un contenido falso… y a que esos contenidos pueden ser tomados como símbolos de otras cosas más profundas (…) y ahora me viene a la mente una instancia de hace poco años, cuando levanté un muro de defensas… quiero decir que fue consciente…. Y esa orden llegó a la conciencia como cosa de ella. Me refiero al día preciso-5 de marzo de 1985- en que dejé mi viejo apartamento céntrico en Montevideo y subí al coche de unos amigos que me iba a llevar, definitivamente… a vivir en Bs As (“El discurso vacío:66)

Sin duda uno de los conflictos más relevantes del siglo pasado y el consecutivo sería el de la incapacidad de tener y transmitir experiencias. Levrero , quizás ,esté muy bien entrenado interiormente para exorcizar esas experiencias, pero como el olvido opera según Freud, como un mecanismo inconsciente para borrar esas experiencias vivenciales que resultaron dolorosas, Varlotta por la misma vía, buscará trozos de sí apelando a las imágenes dispersas para situarse en un presente construido en base a un pasado que lo observa como lejano y distante.

Giorgio Agamben ilustra adecuadamente el proyecto experiencial en el cual Levrero inscribe sus obras: La experiencia si se encuentra espontáneamente se llama “caso” si es expresamente buscada toma el nombre de “experimento”. Pero la experiencia común no es más que una escoba rota, un proceder a tientas como quien de noche fuera merodeando aquí y allá con la esperanza de acertar el camino justo  (Agamben, 2003:13)

En Diario de un canalla las experiencias “luminosas” quieren extirparse pero no pueden expresarse: Veo que me dejé llevar por la fuerza reprimida y me puse a escribir un material ideológico, en lugar de enfrentar la necesidad de contar lo mío ¿Por qué no puedo escribir ni pensar, acerca de aquello? ¿No pasó, acaso, el tiempo suficiente? Sí, pasó (Levrero: 21)

Al devenir de las anteriores reflexiones vamos a dar otra definición etimológica de la experiencia. Ella puede ser considerada como “un provenir de” y un “ir a través de” un aspecto de la conciencia dialéctica que se ve intacta en el proceso global de su calvario (Agamben: 42) Me distraigo permanentemente en mil otras direcciones, tal vez, pienso, por la acumulación de experiencias negativas que uno va recogiendo día a día y que terminan por abrumarlo. Sumergido en la lucha por la sub existencia me lleno de temores, compromisos, urgencias y mi vida pasa a ser dirigida por algún minúsculo centro cerebral.. Mezquino, ciego por las dimensiones espirituales (Levrero: 41)

La experiencia, entonces es algo que se puede hacer y nunca tener. Mario, Jorge, Levrero o Varlotta es la multiplicidad de narradores-personajes con diferentes pero únicas vivencias inenarrables pero no por la falta de destreza al comunicarlas sino por el dolor que éstas generan.

Paul Ricoeur despliega que la conexión de vida se convierte en una historia contada que se apropia de los personajes y configura la noción de persona avalando la de un personaje que, mediante su accionar, interviene en el curso de las cosas produciendo cambios en el mismo: El personaje es el soporte de predicados físicos y psíquicos, pues sus acciones pueden ser objeto de descripciones comporta mentales y de cálculos de intenciones y motivos. El personaje de la novela ilustra perfectamente la equivalencia de esta doble lectura mediante la observación y la introspección de lo psíquico (Ricoeur, 1999:224)

Levrero es un maestro de la mirada crítica subjetiva: Pero me parece prudente retomar la historia del perro y del gato, pues todavía no estoy en condiciones de meterme en profundidad en estos dolorosos temas de mi pasado, especialmente si se piensa que la “psicosis voluntaria”, con el correr de los meses…. Fue haciéndose no tan voluntaria. Tampoco estoy seguro de que estos contenidos del discurso sean los contenidos reales; es posible que todavía se enmascaren muchas otras cosas  (El discurso vacío: 72)

La experiencia Varlotta es entonces el ir y venir a “través de” los acontecimientos subjetivos ocultos que todavía están por hacerse a través de la experiencia narrativa recuperadas en el provenir de lo vivido en Montevideo, Buenos Aires, Burdeos y en el quirófano cuando le extirparon un tumor vesicular maligno. Vivencias in situ de lo experiencial olvidado por traumático y doloroso pero recuperado en la prosa intimista.





Bibliografía



v Agamben, Giorgio (2003): Infancia e historia. Bs As. Adriana Hidalgo

v Jay, Martin (2009): Cantos de Experiencia. Bs As Paidós

v Levrero, Mario (2011) : El discurso vacío. Bs As Mondadori

v Levrero, Mario (2013: Diario de un canalla, Burdeos,1972. Bs As. Mondadori

v Ricouer, Paul (1999): Historia y narratividad. Barcelona,Paidós.