En el Fantasy literario, lo fantástico, como lo expresa Bajtín, no sirve
a la encarnación positiva de la verdad, sino para la búsqueda de la misma a
través de su provocación y sobre todo de su puesta a prueba, y quién mejor
adiestrado que el Astrólogo en la resolución de las búsquedas de las verdades
absolutas. Los interrogatorios fundamentales acerca del misterio por las
verdades en los hombres atraviesan casi todos los capítulos que lo tienen como
protagonista al Astrólogo. En uno de sus soliloquios Barsut le cuestiona: “¿Cómo se busca la verdad”? Y el astrólogo le responde: “Buscándose a sí mismo”. Barsut refutando
una evidente comprobación empírica le interroga nuevamente: “¿Y qué hay que hacer para encontrarse a sí
mismo?”. El Astrólogo sucintamente le responde: ·”Obedecer” Luego Barsut continúa: “¿A usted?” Finalmente concluye el Astrólogo:”Al que usted sienta… no a mí. Algún día tendrá que obedecerse a sí
mismo” (pág 79).
El Fantasy es hostil hacia las unidades discretas, estáticas y
resistentes a la fijación. En ella se disuelven todos los elementos temporales,
espaciales y filosóficos, por este motivo la trama de “Los Lanzallamas” es relativamente complicada, ya que, el hilo
argumental central de la novela se mezcla con episodios laterales. Además el fantasy permite un “desgobierno” del
sentido común dando licencias a cuestionamientos de índole social y urdiendo
acertijos metafísicos con respecto al sentido de la vida.
Por eso leemos pensamientos de
Erdosain cuestionando el orden cultural en el momento en que dice: ….”Es necesario cambiar la vida. Destruir el
pasado. Quemar todos los libros que apestaron el alma del hombre” (pág 67) además
quiere sortear una existencia plausible pero metafísicamente imposible cuando
afirma: “… Estoy muerto y quiero vivir.
Esa es la verdad.” (pág 67) o cuando brinda variopintas vías de escape al
universo al cuestionarle: “Porqué no
habrá en la noche un camino abierto por el cual se pueda correr una eternidad
alejándose de la tierra” (pág 59).
Para Dostoievsky
(siguiendo una línea Bajtiana) el fantasy
conserva muchos rasgos carnavalescos: Los hombres hablan de estados
psicológicos anormales, son excéntricos ya no coinciden consigo mismos, viven
con identidades dobles o múltiples, son hombres desintegrados y del bajo fondo.
Por eso los personajes de Arlt son seres desiquilibrados, cercados por la
esquizofrenia o hundidos en ella: Una sociedad secreta comandada por el
Astrólogo que por medio del “comunismo artificial” se establece para conquistar
el poder. Pero su desafío es más bien metafísico que político debido a que su
pretensión es alcanzar el mal absoluto y destruirlo antes que administrarlo.
Jean Paul Sartre sostiene que el fantasy en una cultura secular, no
inventa regiones sobrenaturales, pero presenta el mundo natural transformado en
una “cosa rara”, en otra cosa. En resumidas cuentas pretende subvertirlo en
algo políticamente incorrecto, crear un mundo distinto pero humano al fin, como
el Astrólogo que quiere cambiar el transcurso tranquilo y ordenado de la vida
político-social de la humanidad para transtornarla al enunciar lo que se
desarrolla a continuación: ….”Se también
que el amor salvará a los hombres, pero no a estos hombres nuestros. Ahora hay
que predicar el odio y el exterminio, la disolución y la violencia. El que
habla de amor y respeto vendrá después. Nosotros conocemos el secreto, pero
debemos proceder como si lo ignoráramos” (pág 29).
En este sentido, según Sartre, el fantasy asume la función que le es
propia: transformar este mundo, pero en “Los
Lanzallamas” el mundo será cambiado a la peculiar manera de Roberto Arlt.
En el fantasy Arlteano no hay
fantasmas, ni súcubos ni monstruos sólo hombres como Erdosain, Barsut y el
Astrólogo que son los únicos creadores de su particular y propio fantasy literario.
Este, además, revela una
insatisfacción con lo que “es” pero sus frustados intentos de realizar un ideal
lo convierten en una versión negativa del mito religioso. El fantasy es eficaz sólo en el deseo por
el objeto pero no en su posesión. El Astrólogo desea por objeto a la muerte
pero no llegará a obtenerla y por lo tanto abandonará la idea de poseerla:…” Pensé en matarme, muchos monstruos
trabajaron en mi cerebro días y noches, luego las tinieblas pasaron y entré en
el camino que no tiene fin” (pág 31).
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