miércoles, 8 de mayo de 2013

"Las llamas lanzadas al fantasy arlteano" (primera parte)



Al sumergirnos hondamente a la lectura de la prosa de Arlt, más precisamente en la novela “Los Lanzallamas”, (continuación y final de “Los Siete locos” que es sin duda la más ambiciosa empresa narrativa de Arlt tanto por la vastedad del mundo evocado como por la multiplicidad de elementos utilizados) nadamos en un mar turbulento e inquieto de diálogos o soliloquios como el narrador prefiere llamar a aquellos trozos confesionales que se combinan con largas tiradas y conversaciones semifilosóficas que detienen el pensamiento acelerado y cotidiano del lector al haber descubierto en ellos vestigios existencialistas.


Las inquietudes que va experimentando el lector tienen un matiz fantástico, no porque los monólogos o acciones desarrolladas por sus protagonistas, sean “ficcionales” a la manera de la definición clásica del concepto de literatura fantástica cuyo significado hacía alusión a aquello que se tornaba invisible, quimérico o irreal[1] sino porque en el fantasy actual aquellas acciones quiméricas se encuentran en la esencia de los seres humanos y son producto de la propia conciencia que se contrae y disloca buscando inútilmente una mejor convivencia con su realidad.


A modo de ejemplificación, en un diálogo entre Barsut y el Astrólogo se puede leer una charla que giraba alrededor a la preocupación de la búsqueda de la verdad en el hombre, la voluntad de vivir y la soledad como fin último para llegar al autoconomiento. En ella el segundo se explayaba ante Barsut y soliloquiaba lo siguente: ….. “Este hermafroditismo es psíquico el cuerpo envasa a la mujer y al hombre tan perfectamente con sus dos distintas soledades, que la personalidad doble absorbe las energías sexuales de uno y otro. Es decir, es perfecto en su perfecta soledad sin deseos. Está más allá del hombre es el superhombre” (pág 81).


Cómo termino crítico el fantasy en sus orígenes se aplicó de forma cabal a cualquier tipo de literatura no realista: mitos, leyendas, cuentos de hadas, folcklóricos , alegorías utópicas, ensoñaciones, escritos surrealistas, ciencia ficción y cuentos de horror. Todos textos que presentaban “otros” territorios diferentes a lo humano[2].


Disintiendo con esta categorización genérica observamos que “Los Lanzallamas” desobedece totalmente a esta otredad territorial. A modo de ilustración, con el ejemplo del soliloquio del párrafo anterior, los adjetivos abstractos descritos en la novela tales como soledad y deseo son sentimientos intrínsecamente humanos vivenciados exclusivamente por personajes de carne y hueso ,como lo son en este caso, Barsut y el Astrólogo y no por entes maravillosos o monstruosos concebidos por el otrora fantasy clásico.


El Fantasy literario, en un primero momento, se asemejaba a la sátira menipea, un género primitivo que aparecía en los escritos medievales, en los de la reforma y el renacimiento, combinaba pasado, presente y futuro, permitía hablar con los muertos y eran normales los estados de alucinación, sueño o desvarío. Un capítulo que puede dar cuenta de estas alucinaciones o diálogos con los muertos es el capítulo llamado “El enigmático visitante”, en el que un misterioso hombre “gaseado” y malherido visita a Erdosain para hacerle recordar las angustias padecidas en su niñez: … “Le tomé las manos al gaseado y no se las besé, cayendo de rodillas frente a él. Él no me miraba tenía los ojos clavados en su distancia terrible (…) Las lágrimas caían del rostro de Erdosain(…) súbitamente entro en él una paz sobrehumana. Cuando levantó la cabeza, el gaseado no estaba allí. Nunca pudo saber quién era el enigmático visitante” (pág 198).



















[1] Jackson, Rosmary: “Fantasy, literatura y subversión” pág 11 . Bs As. Catálogos Editora.


[2] (Jackson:12)

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