- Baczko, B. (1999): Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Buenos Aires, Nueva Visión: 11-32.
- Voloshinov, V. (2009): El marxismo y la filosofía del lenguaje. Buenos Aires: Godot. 25-36.
En
el campo epistemológico actual hay digresiones y puntos de vista divergentes en
la construcción de una teoría consistente que de cuenta de la
conceptualización, según Baczko, de los imaginarios sociales y en el territorio
discursivo, siguiendo la perspectiva de Voloshinov, faltan ajustar las clavijas
en torno a la problemática de la filosofía del lenguaje para atender los puntos
más relevantes que giran alrededor de
los signos y/o productos ideológicos.
Si
bien, para que el lector pueda realizar una lectura crítica y sintomática de
ambos autores, este tiene que volver a concentrar su mirada hacia las grandes
teorías que marcaron la historia de las ciencias humanísticas.
Voloshinov
cuenta, a modo de cuestionamiento agudo de la problemática de las ideologías,
que la filosofía idealista y las teorías psicoanalíticas han situado a la
ideología en la conciencia reduciéndola a una entidad abstracta, que para él
nada tiene que ver con la realidad concreta, olvidándose que la conciencia
individual es un hecho ideológico y social que se construye en un territorio
interindividual en la que un grupo de individuos organizados socialmente en un
colectivo con identidades afines y en constante interacción logran llenar,
mediante esta construcción social, a los signos de contenido ideológico.
Baczko
hace hincapié en la polisemia de la palabra imaginación y en los cambios que
este término ha sufrido a lo largo de la historia. En su acepción común esta
designaba una facultad productora de ilusiones, sueños y símbolos ligada
exclusivamente al ámbito de lo artístico, y sostiene que en la actualidad las
palabras imaginación e imaginario se han corrido del lugar quimérico a las que
han sido encasilladas tradicionalmente y ejercen su acción en lugares muy
variados; centrando su foco de atención en la configuración de representaciones
colectivas. Baczko para arribar a esta primera hipótesis, ha tenido que releer
y tener en cuenta los aportes clásicos de los pensadores: Marx, Durkheim y
Weber que han sembrado las semillas fértiles para hacer germinar las primeras
teorías acerca de los imaginarios sociales.
Baczko
y Voloshinov coinciden en que la investigación constante de la problemática
epistemológica de las ciencias humanísticas se ha corrido del lugar
individualista e irreal en el que depositaban las ideologías en la conciencia autónoma del
sujeto y el hecho estático de la utilización de la acepción etimológica de las
palabras imaginación e imaginario quedaban
reducidas a dos campos disciplinarios como lo fueron el poético y el artístico.
Actualmente las ideologías han mutado hacia un hecho social y la teoría de los
imaginarios sociales ha migrado hacia territorios interdisciplinarios como lo
son: el político, el religioso, estético y demás poniendo su foco de análisis
en el grupo y no en los individuos aislados.
Los
símbolos para que se “carguen” de contenidos ideológicos primero tienen que ser
creados por el grupo social y materializarlos en entidades concretas ya sean
artísticas, estéticas u otras manifestaciones, al igual que los imaginarios que
se articulan en los más diversos lenguajes como ser: el religioso, filosófico,
político y arquitectónico y lanzarlos hacia el mundo relacionándolos infinitamente
con otros símbolos para poder, así, evidenciar su carácter semiótico. En
palabras de Voloshinov: ”La cadena
ideológica se extiende de conciencia individual a conciencia individual
conectándolas entre sí. La comprensión es una respuesta a un signo con otros
signos” (cf. Voloshinov: 22).
Siguiendo
con la misma lógica que Voloshinov los imaginarios sociales además de designar
una identidad del grupo a través de la realización de parte de este de
prácticas comunes, de marcar funciones relacionados con el lugar que les toca
ocupar en la sociedad, de imponer creencias comunes y de diferenciar a la
“otredad” antagónica; el imaginario al igual que la semiosis de los signos
ideológicos, para ejercer correctamente su función de asegurar al grupo social
una representación de una memoria colectiva de recuerdos y representaciones del
pasado cercano y lejano tiene que relacionarse con otros imaginarios ya sean
iguales, diferentes o antagónicos confundiéndose con ellos y con su simbolismo.
Pero
¿Cuál es la función de los signos ideológicos para Voloshinov? En su texto “El
signo ideológico y la filosofía del lenguaje” sostiene la hipótesis de
que estos signos ideológicos reflejan y refractan otra realidad exterior a
ella, es decir, los signos ideológicos tienen la capacidad de distorsionar la
realidad de serle fiel o concebirla desde diferentes visiones dependiendo del lente
sígnico ideológico desde la cual se la mire.
Baczko
en oposición a Voloshinov en su texto: “Los imaginarios sociales. Memorias y
esperanzas colectivas” asegura que los símbolos representan y no
“reflejan” una realidad que existiera fuera de ella (cf. Baczko: 16) llegando a
inferir la manifestación de una realidad que pretende, desde su óptica,
alcanzar una cierta objetividad. Pero los dos autores coinciden en el carácter
ambiguo que atraviesan a estos símbolos.
Los
signos envestidos de los imaginarios, como lo afirma Baczko, poseen una función
holística y definen una realidad que vuelcan sobre los sujetos que es, además
de la de instituir distinciones y designar las reacciones por parte de los
sujetos hacia ese objeto es la de introducir valores y modelar conductas
individuales y colectivas. De esta forma los sistemas simbólicos que operan
sobre los imaginarios sociales, se construyen sobre sus deseos, aspiraciones e
intereses que comparte el grupo en cuestión.
Voloshinov
no define, por lo menos en el capítulo primero de su texto, a qué parte de la
realidad hacen referencia estos productos o signos ideológicos. El lector en
este texto, tendrá que hacer un minucioso análisis interpretativo para
descifrar cuál será la función de estos signos con contenidos ideológicos y
sobre todo encontrar cuál es el fragmento de esa realidad en la que operan
aquellos signos.
Para
finalizar; estos signos ideológicos para ser inteligibles al grupo tienen que
traducirse en palabras, al ser el discurso el fenómeno ideológico por
excelencia de la comunicación semiótica. Voloshinov a diferencia de Baczko
afirma que la palabra es neutral por que desempeña la interpretación y
traducción de diversas funciones ideológicas de cualquier índole ya sean científicas,
estéticas, éticas o religiosas.
Pero
la acepción del término “neutral” en relación al lenguaje, en Baczko, se dirige
hacia otro enfoque de análisis. Él
define a esta palabra como una especie de intertextualidad a partir de las
relecturas de diversos tipos de textos de filosofía, moral, retórica, antropología, sociología y
psicología para la reconstrucción de una teoría actual de los imaginarios sociales
pero basada en antecedentes teóricos. Siguiendo esta línea de análisis Baczko
sostiene que “El vocabulario no es jamás
una herramienta neutra. Por así decirlo, este sí proyecta su sombra sobre el
pasado al que se le aplica”.
Para
concluir, Voloshinov en su texto, pretenderá hurgar en las profundidades de las
estructuras ideológicas inmanentes y virará el timón del estudio de la
filosofía del lenguaje hacia una filosofía del signo ideológico para contribuir
a la solidificación del método sociológico marxista.
Baczko va a intentar, en
su ensayo, revisar el pasado y pondrá en evidencia la complejidad
multidisciplinaria de la pluridiversidad de enfoques para contribuir a una
reconstrucción de un aspecto de la teoría de los imaginarios sociales que consiste en configurar al grupo de un
horizonte de expectativas, recuerdos, temores y esperanzas no tenida en cuenta
hasta el momento por sus antecesores teoricos.
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