lunes, 4 de febrero de 2013

"Hacia una filosofía del signo ideológico y una reconstrucción de las teorías acerca de los imaginarios sociales" (reseña crítica)


  •  Baczko, B. (1999): Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Buenos      Aires, Nueva Visión: 11-32.

  •  Voloshinov, V. (2009): El marxismo y la filosofía del lenguaje. Buenos Aires: Godot. 25-36.



En el campo epistemológico actual hay digresiones y puntos de vista divergentes en la construcción de una teoría consistente que de cuenta de la conceptualización, según Baczko, de los imaginarios sociales y en el territorio discursivo, siguiendo la perspectiva de Voloshinov, faltan ajustar las clavijas en torno a la problemática de la filosofía del lenguaje para atender los puntos más relevantes que giran alrededor  de los signos y/o productos ideológicos.


Si bien, para que el lector pueda realizar una lectura crítica y sintomática de ambos autores, este tiene que volver a concentrar su mirada hacia las grandes teorías que marcaron la historia de las ciencias humanísticas.

Voloshinov cuenta, a modo de cuestionamiento agudo de la problemática de las ideologías, que la filosofía idealista y las teorías psicoanalíticas han situado a la ideología en la conciencia reduciéndola a una entidad abstracta, que para él nada tiene que ver con la realidad concreta, olvidándose que la conciencia individual es un hecho ideológico y social que se construye en un territorio interindividual en la que un grupo de individuos organizados socialmente en un colectivo con identidades afines y en constante interacción logran llenar, mediante esta construcción social, a los signos de contenido ideológico.


Baczko hace hincapié en la polisemia de la palabra imaginación y en los cambios que este término ha sufrido a lo largo de la historia. En su acepción común esta designaba una facultad productora de ilusiones, sueños y símbolos ligada exclusivamente al ámbito de lo artístico, y sostiene que en la actualidad las palabras imaginación e imaginario se han corrido del lugar quimérico a las que han sido encasilladas tradicionalmente y ejercen su acción en lugares muy variados; centrando su foco de atención en la configuración de representaciones colectivas. Baczko para arribar a esta primera hipótesis, ha tenido que releer y tener en cuenta los aportes clásicos de los pensadores: Marx, Durkheim y Weber que han sembrado las semillas fértiles para hacer germinar las primeras teorías acerca de los imaginarios sociales.


Baczko y Voloshinov coinciden en que la investigación constante de la problemática epistemológica de las ciencias humanísticas se ha corrido del lugar individualista e irreal en el que depositaban  las ideologías en la conciencia autónoma del sujeto y el hecho estático de la utilización de la acepción etimológica de las palabras imaginación e imaginario  quedaban reducidas a dos campos disciplinarios como lo fueron el poético y el artístico. Actualmente las ideologías han mutado hacia un hecho social y la teoría de los imaginarios sociales ha migrado hacia territorios interdisciplinarios como lo son: el político, el religioso, estético y demás poniendo su foco de análisis en el grupo y no en los individuos aislados.


Los símbolos para que se “carguen” de contenidos ideológicos primero tienen que ser creados por el grupo social y materializarlos en entidades concretas ya sean artísticas, estéticas u otras manifestaciones, al igual que los imaginarios que se articulan en los más diversos lenguajes como ser: el religioso, filosófico, político y arquitectónico y lanzarlos hacia el mundo relacionándolos infinitamente con otros símbolos para poder, así, evidenciar su carácter semiótico. En palabras de Voloshinov: ”La cadena ideológica se extiende de conciencia individual a conciencia individual conectándolas entre sí. La comprensión es una respuesta a un signo con otros signos” (cf. Voloshinov: 22).


Siguiendo con la misma lógica que Voloshinov los imaginarios sociales además de designar una identidad del grupo a través de la realización de parte de este de prácticas comunes, de marcar funciones relacionados con el lugar que les toca ocupar en la sociedad, de imponer creencias comunes y de diferenciar a la “otredad” antagónica; el imaginario al igual que la semiosis de los signos ideológicos, para ejercer correctamente su función de asegurar al grupo social una representación de una memoria colectiva de recuerdos y representaciones del pasado cercano y lejano tiene que relacionarse con otros imaginarios ya sean iguales, diferentes o antagónicos confundiéndose con ellos y con su simbolismo.


Pero ¿Cuál es la función de los signos ideológicos para Voloshinov? En su texto “El signo ideológico y la filosofía del lenguaje” sostiene la hipótesis de que estos signos ideológicos reflejan y refractan otra realidad exterior a ella, es decir, los signos ideológicos tienen la capacidad de distorsionar la realidad de serle fiel o concebirla desde diferentes visiones dependiendo del lente sígnico ideológico desde la cual se la mire.


Baczko en oposición a Voloshinov en su texto: “Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas” asegura que los símbolos representan y no “reflejan” una realidad que existiera fuera de ella (cf. Baczko: 16) llegando a inferir la manifestación de una realidad que pretende, desde su óptica, alcanzar una cierta objetividad. Pero los dos autores coinciden en el carácter ambiguo que atraviesan a estos símbolos.


Los signos envestidos de los imaginarios, como lo afirma Baczko, poseen una función holística y definen una realidad que vuelcan sobre los sujetos que es, además de la de instituir distinciones y designar las reacciones por parte de los sujetos hacia ese objeto es la de introducir valores y modelar conductas individuales y colectivas. De esta forma los sistemas simbólicos que operan sobre los imaginarios sociales, se construyen sobre sus deseos, aspiraciones e intereses que comparte el grupo en cuestión. 


Voloshinov no define, por lo menos en el capítulo primero de su texto, a qué parte de la realidad hacen referencia estos productos o signos ideológicos. El lector en este texto, tendrá que hacer un minucioso análisis interpretativo para descifrar cuál será la función de estos signos con contenidos ideológicos y sobre todo encontrar cuál es el fragmento de esa realidad en la que operan aquellos signos.


Para finalizar; estos signos ideológicos para ser inteligibles al grupo tienen que traducirse en palabras, al ser el discurso el fenómeno ideológico por excelencia de la comunicación semiótica. Voloshinov a diferencia de Baczko afirma que la palabra es neutral por que desempeña la interpretación y traducción de diversas funciones ideológicas de cualquier índole ya sean científicas, estéticas, éticas o religiosas.


Pero la acepción del término “neutral” en relación al lenguaje, en Baczko, se dirige hacia otro enfoque  de análisis. Él define a esta palabra como una especie de intertextualidad a partir de las relecturas de diversos tipos de textos de filosofía,  moral, retórica, antropología, sociología y psicología para la reconstrucción de una teoría actual de los imaginarios sociales pero basada en antecedentes teóricos. Siguiendo esta línea de análisis Baczko sostiene que “El vocabulario no es jamás una herramienta neutra. Por así decirlo, este sí proyecta su sombra sobre el pasado al que se le aplica”.


Para concluir, Voloshinov en su texto, pretenderá hurgar en las profundidades de las estructuras ideológicas inmanentes y virará el timón del estudio de la filosofía del lenguaje hacia una filosofía del signo ideológico para contribuir a la solidificación del método sociológico marxista.

 Baczko va a intentar, en su ensayo, revisar el pasado y pondrá en evidencia la complejidad multidisciplinaria de la pluridiversidad de enfoques para contribuir a una reconstrucción de un aspecto de la teoría de los imaginarios sociales  que consiste en configurar al grupo de un horizonte de expectativas, recuerdos, temores y esperanzas no tenida en cuenta hasta el momento por sus antecesores teoricos.











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