domingo, 3 de febrero de 2013

"La remake de lo posmo y la instantaneidad del homo consumis"

“Ya no se puede decir nada que no
haya sido dicho antes de nosotros
TERENCIO
  

El mundo fue y será una porquería ya lo sé en el 506 y en 2000 también”. Discépolo como gran artista y compositor de tangos que luego incursionaría en el ambiente del teatro rioplatense trazó el engranaje de lo que fue el mundo en el pasado y definió el panorama de lo que sería nuestra época actual denominada por teóricos sociales, filósofos, antropólogos y humanistas como la era de la posmodernidad, un concepto poco entendido de manera generalizada y que todavía requiere de una investigación teórica y detallada.

Podemos considerar a Discépolo como un profeta nostálgico y pesimista; pero redoblemos la apuesta y califiquémoslo de transgresor. Sí, porque a pesar de haber vivenciado una época como la de la década del 30´ en la que las ideas de progreso y orden estaban tan asimiladas en el colectivo social de ese tiempo por la sociedad y en donde los imaginarios de la población atravesaban submundos inteligibles para el hombre común, por ejemplo: avances tecnológicos de todo tipo, inventos extraordinarios como helicópteros como medio de transporte para cada ciudadano de la polis moderna, alimentos en cápsulas, bioingenierías astronáuticas, lugares utópicos como refugios , en galaxias lejanas, robots como parejas, entre otros.

Discépolo estaba disconforme porque no concebía que esos avances fueran posibles. Adelantémosnos un poco más a nuestra era y recordemos algunas escenas de la película de Stanley Kubrick “2001: Odisea del espacio”, en la que la inteligencia artificial y la vida extraterrestre eran los tópicos del film. Pero ya avanzamos y dejamos de largo el 2001 y…. ¡No sucedió nada de esas utopías que alguna vez se creyeron con una desbordada fe ciega y religiosa!, peor aún, ya presenciamos el 2012 y esperemos que los pronósticos fatalistas que anunciaron los aztecas y mayas acerca del fin del mundo para diciembre de este año sean acertadas, porque sino ilustrado estos anuncios futuristas estaríamos experimentando una vez más, uno de los grandes mitos de la historia de la humanidad, como fue la idea del progreso científico-técnico, y en el campo del séptimo arte la ficción más inverosímil representada a imagen y semejanza del fracaso de la imaginación pensada como real de un futuro cercano que nunca se concretó.

Hoy en la posmodernidad el fragmento de la introducción de la canción de Discépolo fue reemplazada por una frase que oí en los pasillos de la universidad realizando (como es mi costumbre) una especie de observación participante, método de los antropólogos experimentados, la misma contenía los siguientes sintagmas: “No se puede ser original en el siglo XXI”. La escuché, según el criterio de la subjetividad de mis sentidos, pasada por un tamiz melancólico a través de la voz de su interlocutor y cargada de cierta resignación ya que todos los esfuerzos por lograr ser creativos ya fueron realizados por otros que no son ellos. Este es el problema fundamental que aflige a los seres “pos-existencialistas” y que en beneficio de los psicoanalistas ocupan, a partir de aquel conflicto, los divanes en busca de una terapia que les brinde una solución a ese problema con la mayor rapidez, eficacia y con una alta efectividad garantizada y sin devoluciones del dinero de parte de los terapeutas.

La demanda de los consumidores es rápida y furiosa, ya que ellos no necesitan, no quieren, no tienen tiempo para perder su tiempo. La marca distintiva de su filosofía fluida y líquida posmoderna la simplifican con una frase del eslogan publicitario de la telefonía celular: “Es simple, es claro” refutan ante las adversidades de la existencia. Ellos no quieren lastimarse con la pesada mochila que carga la vida, no requieren nada de complicaciones ni de “Deleuzes”, su único manual y literatura cotidiana, además de los libros de auto-ayuda es la publicidad.

El homo consumis necesita constantemente ser seducido y atrapado por los productos que el consumo le ofrece pero ¿Cuál serían las armas de ese seductor? En la posmodernidad el homo consumis funciona como un amante pasivo, necesita como el aire que respira ser acariciado frecuentemente por los productos que pasean por los mass media. Él quiere y exige que éstos lo busquen a él, y la publicidad obediente a sus déspotas órdenes le tiroteará todo el tiempo en las diversas redes sociales: facebook, twitter y hasta en la previa de los videos de you-tube deseos que no van a ser sublimados a la manera de la otrora psicología Freudiana porque serán satisfechos en el preciso instante en el que el homo consumis encienda el botón del enter de la pc o del teléfono celular para llamar o endeudarse ya.

La publicidad es el gran reality show posmoderno porque invita automáticamente a participar de una ficción a los homos consumis las 24 hs del día intentando llamar la atención a través de la publicidad y creando mundos surrealistas para no delimitar la realidad de la ficción.

Pero ¿Por qué los homo consumis se adhieren a este show imparable? Porque imitando las formas de proceder de algunos escritores que ensayan ficciones para no morirse en la infame cotidianeidad carente de sentidos emocionantes, el homo consumis lo hace para evitar mirarse introspectivamente a sí mismo y por temor a encontrar vacíos en su interior. En contraposición al no enfrentarse a ellos, seguirá alimentándose de artificios exteriores que le muestra la publicidad sin moverse de la comodidad de su sillón.

Lo que definitivamente logra la publicidad, los video-clips y los programas de TV es el concepto que Martín Heidegger denominó “habladurías” en su libro “Ser y tiempo”. Estos dispositivos lanzan dardos poderosos para hacernos renunciar a buscar nuestra propia voz de los “qué dirán” de los mass media y evitar distinguir lo que verdaderamente nos sucede para distraer nuestro auténtico discernimiento y no someterlo a ningún proceso de extrañamiento.

La instantaneidad es la lección que el homo consumis aprenderá de su maestra “la publicidad”. Las lecciones que implementará serán veloces y la enseñará en todas las plataformas que los medios de comunicación poseen. Los objetivos que caracterizarán el curso rápido serán: la eficacia y la enseñanza personalizada y el diploma otorgado constituirán las prácticas en la vida cotidiana de los diversos estilos de vida que la publicidad (su maestra) propuso y desplegó en el desarrollo de sus clases. Los diferentes estilos de vida que podrá seguir abarcarán las distintas esferas de la vida cotidiana: una postura y visión con respecto al amor, la adopción de un estilo y moda en su diario vestir, un estilo de música y una visión con respecto a sus relaciones interpersonales. Esbozado este panorama damos inicio a los contenidos que abarcarán este ensayo.


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