lunes, 4 de febrero de 2013

"La instantaneidad del homo consumis: el preservativo"

El consumidor es un eterno niño
De pecho que llora reclamando
Su biberón. Esto es obvio en los
Fenómenos patológicos como el
Alcoholismo y la adicción a las drogas"

Erich Fromm

  
“La mejor publicidad que he visto” así encabezaba el título de esta publicidad en el universo de you-tube. Un usuario  se sintió atrapado por el hechizo de la misma y la quiso compartir en aquella plataforma virtual.

La descripción de la publicidad es la siguiente: Una ciudad abarrotada de gente, la calle, sus transeúntes y los vehículos como escenografía.

Un joven de “color” es el centro de las miradas de las muchachitas debido a su atractivo físico, que adrede chocan con él para establecer un contacto cercano, pero el joven sigue su camino encuentra a otra muchacha de “color” que, a causa de un fuerte viento, se le ha caído la funda de su paraguas.

Aparentemente se acercan, se miran penetrantemente a los ojos, porque se atraen mutuamente. En ese instante el muchacho saca del bolsillo de su pantalón un preservativo.

El público como espectador  inquieto observa el espectáculo implícito que llevarán a cabo los jóvenes, por eso el tránsito se detiene junto con los transeúntes.

Absolutamente todos miran absortos el acto del cual serán protagonistas los “enamorados” pero para desgracia de los espectadores, el preservativo cumplirá solamente la función de reemplazar al forro perdido del paraguas de la joven, emulando el miembro viril y erguido del muchacho.

El signo cambió su significado y el significante fue desplazado hacia otra dirección. El público aplaude; el joven al realizar esa acción se va con una actitud de comicidad y la muchacha queda desconcertada.

Ellos tuvieron sexo simbólico rápido y fugaz como las nuevas relaciones líquidas convocan pero con protección asegurada. En definitiva usan preservativos porque son dos desconocidos que se “conocieron”, tuvieron “relaciones” y si se vuelven a encontrar no se acuerdan ni de quiénes son y además, un factor crucial, porque el sexo casual conlleva sus riesgos.

La publicidad como muestra este videoclip es la industria de lo simbólico. Mediante ella los creativos quieren mostrar al mundo la lógica del funcionamiento de la nueva posmodernidad e instaurar estilos y modos de vivir. Las reglas de la publicidad son: el entretenimiento rápido (la publicidad dura aproximadamente dos minutos) la filosofía del instante (sexo simbólico veloz y de pocos segundos) y la ética de los valores flexibles (sexo casual entre personas desconocidas pero con responsabilidad).

Esta publicidad marca una tendencia y estilo, en este caso instaura un modelo a seguir de las nuevas relaciones interpersonales que experimentan las personas en la vida real. La publicidad no es una ficción, es una traslación fiel de las maneras en que los jóvenes o adultos manejan sus relaciones sexuales y amorosas en la posmodernidad, como es el ejemplo de esta publicidad.

Estos hechos que se encargan de mostrar las publicidades son coincidencias puras con la realidad vivida de los sujetos que consumen estos productos (se supone que las personas que utilizan preservativos en sus relaciones amorosas es porque no tienen una relación de amor con una pareja estable y en consecuencia duradera).

La crítica que se le recrimina a la publicidad es la promoción de ideales que alzan las banderas de la instantaneidad de la vida, la superficialidad del mundo y del escaso mensaje de una realidad más sólida con valores que ya se han perdido, ya que crea, como esta publicidad, un modelo a seguir de las nuevas relaciones amorosas efímeras pero seguras.

Rincón en su ensayo “Narrativas publicitarias” lo ilustra a la perfección: “La publicidad propone una filosofía light en la medida en que eleva a sentido existencial lo cool como manual de soluciones rápidas y eficientes para sobrevivir en la actualidad” (pág. 137) y agrega: “La publicidad celebra las energéticas formas del parecer, la libertad inscrita en el cuerpo y el estilo (…) Su cultura es lo sentimental, el aura, la energía, lo palpable, lo próximo, lo concreto, la oportunidad, lo efímero, breve y rápido”.

Esta publicidad de preservativos configura los nuevos espacios en los que la posmodernidad se deslizará, esos lugares son la ciudad y la calle. Según Robert Sennet en su definición de ciudad considera a aquella como un asentamiento humano en los que los extraños tienen probabilidades de conocerse[1]

Sí, como indica Sennet, estos jóvenes tuvieron probabilidades de encontrarse en la ciudad, tuvieron sexo simbólico con la mayor seguridad posible, pero luego según lo que muestra la publicidad no se volvieron a ver. Es decir que el carácter de extraños prevalecerá porque no volverán a encontrarse nuevamente para entablar una relación con más cimientos fuera del contexto de la ciudad; por este motivo el acto fue instantáneo porque no tendrán otra oportunidad para reencontrarse.

Como pudimos observar, el ocasional encuentro terminó de manera tan abrupta como se inició. Baumman completará este concepto con mayor detenimiento, el dirá que este encuentro entre extraños será: “Un acontecimiento sin pasado, con frecuencia un acontecimiento sin futuro y una historia que, sin dudas no continuará una oportunidad única que deberá ser consumida plenamente mientras dure en el acto, sin demoras y sin postergaciones para otra ocasión (…)En el momento del encuentro no habrá tiempo para ensayo ni error, ni aprendizajes a partir de los errores ni esperanzas alguna de tener otra oportunidad[2]. Tristes, melancólicos y publicitarios desencuentros.

La publicidad de preservativos imitó un carnaval a la manera de Bajtín, representó un intervalo de tiempo en el que el público se paralizó al observar el acontecimiento que efectuaron los jóvenes al revelar la otra cara de la realidad cotidiana que estaba presente pero que normalmente era invisible, intocable y tabú como el sexo simbólico en la vía pública, pero finalizado ese acontecimiento la ciudad y las personas volvieron a su rutina habitual. Pero en ese carnaval aparecieron los voyeurs que observaban ese espectáculo colaborando como receptores pasivos.

Lo que entra, en este y en los lenguajes publicitarios en general, es aquello que discurre del aburrimiento de la vida cotidiana y que la existencia ya no ofrece debido al cansancio o la cobardía a pensar en un cambio posible. El público de ese espectáculo observaba estupefacto lo que este show ofrecía porque seguramente con sus parejas de larga data o por múltiples prejuicios no se animarán a transgredir.

En este episodio entra en juego lo que Decertau denominó “la sexualidad ficción”, la que el lector de publicidad encuentra en esas imágenes o leyendas es algo que nunca sucederá en su sexualidad real pero que sí las evidenciará al permanecer sentado en su sillón bombardeado por las publicidades, películas y videoclips que le brindará su monitor LCD. Pero cuánto más se observa menos se alcanza y esa es la preocupación del homo consumis actual.

Con esta perspectiva al “consumis” solo le quedará soñar y a la publicidad y a sus creativos el deber de crear un imaginario y una nueva civilización.” El desarrollo del imaginario es lo recíproco de una “civilización” donde se multiplican los voyeurs y los contemplativos. Así la “actualidad” este resto visual de la acción, muestra aventuras y desventuras de los otros, según una ley que combina el lujo de la información con la pasividad de los testigos. La inacción parece ser el precio de la imagen”[3]

Otro escenario en el que se desarrolla esta publicidad es la calle. El templo de consumo de los preservativos es la ciudad y la calle.

Los extraños y la sexualidad se recogen en ella. Las grandes ciudades son el lugar elegido por la sociedad posmoderna, pero también es un espacio que los expulsa, que no los contiene al no permitirle más presencia que el tiempo de lo fugaz, como diría el antropólogo francés Marx Augé, este espacio configura un no-lugar al desalentar cualquier idea de permanencia evitando una estadía prolongada de extraños permitiendo solamente la presencia física de los cuerpos.

La ciudad es un espacio destinado únicamente al tránsito, que debe ser abandonado tan rápido como sea posible. En esta publicidad los jóvenes (específicamente el muchacho) abandonaron ese  no-lugar concluido el acto sexual simbólico. La calle, en este contexto, funcionó como un espacio transitorio al igual que los albergues destinados a las hazañas de las acciones amorosas. Tan sólo en unas horas o segundos ellos fueron residentes temporarios pero ante la presencia de voyeurs expectantes.
                                                                                     
Este  videoclip contó con todos los ingredientes básicos que debe tener una publicidad para llegar a impactar al homo consumis: la fantasía creativa al reemplazar el paraguas extendido por un miembro masculino genital para colocar el preservativo, la seducción frívola entre dos extraños, el efecto del choque de las mini-transgresiones; el sexo simbólico en público con su teatralidad espectacular y el hacerse notar que construyen paulatinamente en el sujeto consumidor un nuevo “yo” menos subjetivo pero más desinhibido y mediatizado además fascinado por la excitación a la visibilidad que atiende a los nuevos modos de actuar de esta modernidad líquida donde hace su aparición ese “yo” más epidérmico al exhibirse a la superficie de la piel y de las pantallas[4].

La publicidad seduce y crea mundos imaginarios que el homo consumis nunca los podrá alcanzar o tal vez sí, porque los mensajes publicitarios producen narrativas ficcionales que atraviesan las pantallas para quedarse en el sillón confortable de nuestro hogar. Por tal motivo la publicidad tiene que ser perspicaz, espectacular y humorística menos intelectual y poseer más imágenes como la publicidad analizada.

Ahora podemos deducir, el motivo por el cual, el usuario subió a you-tube esa publicidad bajo  el título de “la mejor publicidad que ha visto” porque definitivamente esa publicidad cumplió con todos esos requisitos que nombramos al principio, porque los creativos tuvieron la capacidad de sorprender e innovar al consumidor, como bien escribe Rincón “La seducción en la publicidad se basa en una construcción de imágenes y palabras espectaculares de alta efectividad para que no puedan ser olvidadas fácilmente” (pág. 144). Por ello para que el homo consumis siga consumiendo necesitará siempre dejarse sorprender por el bombardeo mediático publicitario y buscará constantemente lo inesperado en la publicidad para sentir la diferencia que le depara con  su rutinaria y vacía realidad cotidiana.


[1] Baumman, Z (2003) “Modernidad líquida”. Bs As. Siglo XXI pág. 103

[2] (Ibid:103)

[3] Decertau, M (1999)”La cultura en plural”. Bs As. Nueva Visión pág. 36

[4] Sibila, P (2008) “El show del yo” en la Sociedad como espectáculo. Bs As. FCE








                                                





                                            

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